Lola Moreno nació en Almazán (Soria) en 1956 y reside en Madrid. Licenciada en Geografía e Historia y diplomada en Archivística y Documentación, desde 1983 se desempeña como Técnico de Museos en el Museo del Ferrocarril de Madrid, donde realiza investigaciones sobre este medio de transporte, su historia y su entorno. Sus artículos e investigaciones sobre el ferrocarril han sido editados en distintos medios. “La identidad perdida”, su primera novela, es fruto de un viaje a México, donde residió durante casi tres años y donde conoció de primera mano a los «Niños de Morelia». Esta obra es su homenaje a esos niños olvidados
por casi todos. Y autor de “La fuente dónde el agua llora” editada por Umbriel. Y de la novela La fuente donde el agua Llora que se desarrolla en un amplio periodo de tiempo, desde la guerra de Marruecos con el desastre de Anual en 1921 hasta el inmediato posfranquismo, en los albures de 1977 con los atentados del despacho de los abogados laboralistas de la calle Atocha, donde perecieron cinco de los profesionales del sindicato CCOO.
“Hay guerras que se libran delante de nuestros ojos, y lo hacen sin trincheras. Guerras que no dan tregua”. Esta es una de las ideas en las que Lola Moreno, pone de manifiesto en sus dos novelas publicadas, “La Identidad Perdida” (2010) y “La fuente donde el Agua Llora” (2015). Ambas nos devuelven retazos de nuestro pasado mas reciente, de sufrimientos, de incertidumbres, y sobre todo de injusticias.
¿Acláranos la trama de estas novelas, cual fue tu objetivo? –
-Mi objetivo, en principio fue narrar la historia de España del siglo XX, una historia muy convulsa y que algunos episodios de la misma son desconocidos, bien por no haber han despertado la curiosidad de historiadores y curiosos, o bien porque sencillamente los han silenciado, al no ser conveniente que fueran conocidos. Uno de estos acontecimientos fue el argumento de mi primera novela “La Identidad Perdida” que habla de un grupo de 547 niños que en Junio de 1937 en plena Guerra civil, gracias a la generosidad del entonces Presidente de México, el General Lázaro Cárdenas, fueron acogidos en el país azteca mientras durara la guerra en España para evitar que se convirtieran en víctimas mortales de las bombas que los militares rebeldes hacían caer sin cesar sobre la población civil de las grandes ciudades como Madrid, Bilbao, Barcelona o Valencia.
El drama de estos niños, conocidos como los “Niños de Morelia” ya que fue en esa ciudad mexicana donde estuvieron internos por casi más de 4 años, es que, al terminar la guerra civil, y los perdedores de la contienda fueron precisamente los padres de esos niños, ellos quedaron abandonados a su suerte. Nadie los reconoció como refugiados porque no lo eran, nadie los atendió como eran, unos niños, ni el grueso del exilio que llegó en 1939 a México y ni mucho menos las autoridades mexicanas, ya no era presidente el general Cárdenas. Por tanto, se quedaron sin identidad, ni eran españoles, ni eran mexicanos.
¿Que fue entonces de esos niños? –
-Pues como te decía hasta que no murió Franco en 1975 no les reconocieron la nacionalidad, fue únicamente entonces cuando obtuvieron la doble nacionalidad, española y mexicana. Hasta entonces se buscaron la vida lo mejor que pudieron y casi todos salieron adelante por sus propios medios. Aunque su vida quedó destrozada y con muchos traumas. Yo tuve la oportunidad de conocerlos durante una temporada que viví en el D.F. por motivos del trabajo de mi pareja.
Nunca olvidaré sus lágrimas cuando me contaban su experiencia y sobre todo el abandono en el que habían vivido. Aún hoy que han pasado unos cuantos años me estremezco al recordarlo. Fue tan doloroso, me indignó tanto su olvido que les prometí que escribiría una novela sobre ellos y así contribuiría a que salieran del anonimato de la historia.
Y entonces cumpliste tu promesa con La Identidad Perdida.-
-Pues sí, se la dediqué a ellos y para conocer sus avatares animo a todos los que no la hayan leído a que lo hagan, no por mí, sino por ellos, para que todos esos niños, ahora ya ancianos, no caigan en el olvido, ya que todos nosotros se lo debemos.
Háblanos ahora de tu segunda novela La fuente donde el Agua Llora. Que nombre tan bonito y original. ¿De dónde sale ese título Y de qué trata?
-Pues sale de un verso de Machado, que me encantó porque pienso que se identifica muy bien con el contenido de la misma. Con respecto al argumento, como ya te comenté, mi intención era hacer una trilogía que narrara la historia del XX en España. Con la Identidad Perdida deje personajes con futuros inciertos y destinos desconocidos, en La fuente donde el Agua Llora, retomo a esos personajes y creo otros nuevos que nos llevarán de la mano, desde el desastre de Annual en 1921en plena guerra de Marruecos, hasta la matanza de los abogados de Atocha a comienzos de 1977 en plena transición, adentrándome de nuevo en la guerra civil en Madrid con los refugiados en las embajadas extrajeras, Paracuellos, los años negros de la dictadura franquista con las torturas y la represión de la década de los años cuarenta, pasando por los tibios intentos de rebelión estudiantil de mediados de la década de los cincuenta en la Universidad, hasta como te decía la muerte de Franco y los comienzos de la Transición.
Has nombrado la Transición. Parece que en la actualidad se está retornando a revisar ese modelo, que para algunos fue modélico y para otros, no tanto, incluso se está hablando en la actualidad de que estamos viviendo una segunda transición ¿Qué opinas?
-Bueno ya te digo que esta novela finaliza justo en esos dos primeros años después de la muerte Franco, aunque mi intención es publicar una tercera, ya estoy en ello, sobre todo ese periodo tan farragoso y que abarque hasta el golpe de estado de Tejero en 1981.
En esta segunda transición donde andamos metidos hoy en día no hay pistolas, pero sí hay otras violencias, caso de la mentalidad de trinchera y del “y tú más” que impera en varias tertulias de la televisión, las redes sociales y sobre todo en la última campaña electoral, y ya no digamos nada de las sesiones de investidura que fue absolutamente lamentable el tono bronco y agresivo de la derecha y la ultraderecha ante posibilidad, ya hoy real de un gobierno progresista de coalición, y perder sus privilegios de clase.
¿Ante este panorama piensas que será posible nuevamente la concordia?
-No es que crea que sea posible, es que debe serlo. Hemos llegado a esta situación, porque quizás hubo demasiada condescendencia en la Transición con el trato que se dispensó a todos aquellos que habían contribuido a la represión en la época franquista. Se decretó una amnistía que era como decir borrón y cuenta nueva para olvidarse de todos aquellos que habían luchado, tanto durante la guerra, como después de la misma por defender la libertad y la democracia. En definitiva, se echó tierra sobre los miles de cadáveres que dejó sembrados el franquismo en las cunetas y en las tapias de los cementerios y esto no fue justo. Todos fuimos responsables. En las caras de los antifranquistas todavía se reflejaba el miedo a una involución y eso cerró la boca de todos. Hoy día cuando han pasado casi cuarenta cinco años de la muerte de Franco y cuarenta y dos de la Constitución, nuestra democracia está más que asentada, somos miembros de pleno derecho en la Unión Europea y el miedo ha desaparecido, por otro lado, la crisis económica bestial que todavía estamos viviendo ha sacado a la luz toda la porquería que se escondía de debajo de las alfombras, poniendo en entredicho la honradez de los políticos y las Instituciones así como de la monarquía. Entonces es ahora el momento de decir ¡BASTA! ¡Hasta aquí hemos llegado! Menos mal que el gobierno de Sanchez ha tenido la valentía de sacar al dictador del mausoleo que se hizo construir. Tenemos que volver a rehacer lo que en su día se hizo mal y para ello necesitamos creer de nuevo en unos ideales y sobre todo renovar todos los valores de la democracia. Pero esto hay que hacerlo como lo hemos comenzado, en paz, en convivencia y con la única fuerza que nos dan los votos en las urnas y el diálogo.
Con la lectura de tus dos novelas, he observado la gran cantidad de detalles con que nos obsequias de las ciudades donde se desenvuelven tus personajes, cuando nos vamos adentrando en sus páginas parece como que hicieras posible que el lector se convirtiera en uno de ellos y fuera paseando por entre las calles de Madrid, entrando en sus viejos cafés y sus comercios tradicionales que ya no existen. Supongo que te ha llevado mucho tiempo documentarte.
-Pues sí, mucho tiempo. Para mí ha sido fundamental basarme en el rigor histórico y de los hechos. He tratado he escribir unas novelas imparciales, narrando los hechos tal y como sucedieron, sin falsas interpretaciones. Todo ello me ha demostrado que nadie es tan bueno, ni nadie es tan malo. En cierto modo La fuente donde el Agua Llora, es una llamada a la esperanza del entendimiento.