Recensión de
Mettan, G. (2015). Russsie-Occident Une Guerre de Mille Ans. Editions des Syrtes.
Diesen, G. (2022). Russophobia Propaganda in International Politics. Palgrave Macmillan.
Faraldo, J. M. (2023). Rusofobia. Ensayo Sobre Prejuicios Y Propaganda. Los Libros De La Catarata.
Al hilo del conflicto militar en los territorios del viejo imperio ruso, son muchas las publicaciones que han aparecido con relatos especialmente diseñados para justificar el apoyo a las huestes ucranianas como si estuvieran librando una suerte de guerra de liberación nacional. No es esto, que no es sino propaganda de guerra, de lo que nos va a ocupar en este artículo. Tampoco nos vamos a ocupar de las pocas referencias que se han alzado contra esa retórica omnipresente en los medios de comunicación mainstream de toda Europa occidental, argumentando la necesidad de un discurso alternativo o al menos más balanceado.
Ni siquiera nos vamos a ocupar de las reacciones virulentas por parte de algunos, a la entrevista que el presidente Putin concedió en febrero de 2024 a Tucker Carlson, recibida por los liberalilotas[1], con toda la hostilidad de que son capaces, que no es poca. Esa entrevista -que ha sido visualizada por al menos la mitad de la población de USA- muestra tanto la falta de confianza de las gentes del común en las élites que dirigen el país, como la ingenua aproximación de las élites rusas, Putin incluido, al imperio occidental, que ha conducido una y otra vez a las élites rusas a caer en la misma trampa de la conciliación. Esta ingenuidad es probablemente resultado tanto de la eficacia de la propaganda que oculta la vocación imperial occidental bajo la retórica democrática, como de la dependencia intelectual que, como hemos señalado en otro lugar, (https://tiempodetormentas.com/opinion/analisis/a-donde-vas-europa/) sitúa la civilización occidental, tal y como se representó a sí misma durante la ilustración francesa y escocesa, en el top de los logros civilizatorios. Representación que como hemos señalado también en otro lugar (https://tiempodetormentas.com/opinion/analisis/rectificacion-de-los-nombres-sionismo-antisemitismo-y-otros-monstruos-de-la-razon/), sirvió como fundamento la posterior expansión de la colonización del resto del mundo.
Esas élites rusas harían mejor en entender, de una vez por todas, que la rusofobia no es ni fundamental ni principalmente étnica -como lo son otras fobias- sino económica, disfrazada en “entroido” de fobia cultural. Y es que difícilmente puede ser racial si resulta que la prevalencia de ojos y pelos claros, al parecer distintivos de la raza aria, es equiparable o superior a la que prevalece entre los “idealistas” alemanes y europeístas varios. Nuestro foco en este artículo es otra clase de literatura que recorre un problema de una mucho más larga data y sobre la cual, directa o indirectamente, apalancan en gran medida los discursos goebbelianos de demonización moderna de Rusia.
De lo que nos vamos a ocupar en este artículo es de las más recientes y solidas publicaciones, sobre que es la rusofobia. Aparte de las tres publicaciones de las que nos ocuparemos, hay otras, todas en castellano, donde de un modo más o menos incidental se recurre al potencial explicativo de la rusofobia. Nos estamos refiriendo a Charvin, Robert (2018) Rusofobia hacia una nueva guerra fría. El Viejo Topo. El original está escrito en francés. Costa Morata, Pedro (2023) ¡Rusia es culpable! Cinismo, histeria y hegemonismo en la rusofobia de Occidente. El Viejo Topo. Palermo, Giulio (2022) El conflicto ruso-ucraniano. El imperialismo estadounidense a la conquista de Europa. El Viejo Topo. Javier Couso-Permuy (2023) La propaganda antirusa al servicio de la guerra. Acercándonos Movimiento Cultural[2]. Taibo-Arias, Carlos (2017) La Rusia contemporánea y el mundo. Entre la rusofobia y la rusofilia. Los libros de la catarata.
Muchos lectores seguramente estarán familiarizados con el antisemitismo, otros muchos confundirán antisemitismo con anti sionismo, de modo que, dadas las campañas que se han puesto en marcha de forma sincrónica en todos los países que configuran lo que se conoce como los 1.000 millones de oro, endosarán el discurso según el cual oponerse a acciones del estado colonial israelí, es antisemita. Nada más lejos de la verdad, como hemos mostrado en otros lugar (https://tiempodetormentas.com/opinion/analisis/rectificacion-de-los-nombres-sionismo-antisemitismo-y-otros-monstruos-de-la-razon/). Pero la comprensión en España de que es la rusofobia es escasa y con frecuencia, en el discurso rancio de cierta derecha, se superpone al anticomunismo, como si toda la historia de Rusia fuera coincidente con la historia de la URSS, sin perjuicio de que el imperio ruso alcanzó su máxima extensión territorial precisamente bajo la URSS. No es por tanto demasiado sorprendente, aunque proyecte una imagen cateta de sus editores, que la entrada en castellano de la Wikipedia sobre rusofobia repose casi exclusivamente sobre uno de los libros del que queremos hablar (Faraldo, 2023).
Este libro está escrito por un historiador profesional, profesor de la Universidad Complutense, quien dice haberle dedicado un curso académico, en un centro universitario alemán. Es un libro que, si bien es meritorio, es notoriamente insuficiente. Insuficiente porque no analiza correctamente las raíces históricas ni las manifestaciones presentes de la rusofobia y maneja fuentes más bien limitadas. Por ejemplo, desconoce los otros dos títulos que nos ocupan.
El siguiente de los títulos, disponible en versión francesa e inglesa[3], (Mettan, 2015), (Mettan, 2017), es un libro extraordinariamente entretenido, documentado y fácil de leer. Escrito por un político y brillante periodista suizo, nos guía en un viaje por los discursos y prácticas rusofóbicas que van desde la gran escisión de la iglesia occidental hasta finales de la segunda década del siglo xx. El uso de fuentes de Europa occidental -apenas, salvo incidentalmente, se ocupa de USA-, es muy exhaustivo y bien traído en cada contexto del libro. Una lectura recomendable desde cualquier punto de vista.
El último de los títulos, (Diesen, 2022) ha sido escrito por un académico noruego, profesor del Institutt for økonomi, historie og samfunnsvitenskap, en la Universitetet i Sørøst-Norge – Vestfold, buen conocedor tanto de la realidad política interna de Rusia como de Europa Occidental y experto en geopolítica, asunto sobre el cual ha publicado otros títulos, el último en 2024[4]. Diesen construye en este texto una definición operativa de rusofobia y muestra, con casos de uso, como esta entra en juego en la batalla geopolítica por la hegemonía, que se libra en esta tercera década del siglo xxi.
Leyendo este título aprendemos que los objetivos a los que sirve hoy la rusofobia son a los que siempre ha servido, a demonizar al enemigo. Sirve para mentir y ocultar golpes de estado. Este es el relato construido sobre caso del Maidan, según el cual el golpe del 2014 no sería un golpe de estado, sino la eclosión espontanea de la libertad. Y siendo esto así, es necesario ocultar, que los disparos que abatieron acampados en esa plaza, procedían en su totalidad o mayor parte de las huestes golpistas y no de la extinta Berkut, pese a que las más solventes evidencias demuestran lo contrario (Katchanovski, 2020) (Katchanovski, 2023)(a) (Katchanovski, 2023)(b) [5]. Incluso en octubre de 2023 en Ucrania, se ha dictado una resolución judicial -de esas independientes- que se abona a esta tesis y condena a cuatro policías, tres en “absentia”. Ninguno de los francotiradores del bando golpista, que realmente asesinaron a más de 40 civiles, ha sido llevado a juicio, si bien la sentencia reconoce que hubo otros “snipers” distintos de los de la policía, tal vez de otro bando[6]. El relato de Maidan como “explosión de libertad” no sobrevivirá, salvo en los dispensarios de conspiraciones, a la verdad histórica que seguirá a la inevitable derrota de los golpistas y separatistas. Y ello pese a que los operativos del cambio de régimen copan, en todo lugar y momento, cualquier espacio disponible[7]. El caso Maidán es el último de una larga serie de revoluciones sin revolucionarios, las llamadas revoluciones de colores.
La rusofobia sirve también a concitar el apoyo a la detracción de fondos públicos del estado ruso, en violación de todo derecho de la UE, salvo que se hubiera declarado la guerra, cosa que no se ha hecho, así como a justificar las sanciones económicas, incluidas las extraterritoriales, un tipo de guerra no declarada. Y ello con independencia de que esas sanciones, de cuyo análisis nos ocuparemos en otro momento, estén en contra de los intereses de las gentes del común de toda Europa, particularmente en Alemania, como las próximas elecciones en ese país, van a demostrar.
La rusofobia es una de las coartadas preferidas por las élites occidentales para sostener las guerras interminables. Poco conocido es que la formalización de la rusofobia, como teoría política, se la debemos a Montesquieu bajo la forma de “despotismo oriental”, epíteto bajo el cual, amalgamaba toda suerte de príncipes de tierras exóticas según la literatura de viajes que llegaba a este magistrado de provincias. Sin duda es más conocido por la separación -nunca dijo división- de poderes, aunque una catedrática emérita y pronto muerta, tutora que fue de príncipes y corruptas princesas, supuesta experta en ese autor, no se haya enterado. Por cierto, Montesquieu fue notoriamente incapaz de apreciar la modernidad del “sistema de John Law” y se mofó, en alguna de sus Cartas Persas, de un modo más bien simple, de él. Seguramente ha llegado el tiempo de revisar lo que los modernos hicieron con su propia simpleza de la separación de poderes para crear la justitocracia. De eso nos ocuparemos en otro momento.

La rusofobia es un género con la extraña capacidad incombustible de reinventarse a sí mismo. Una de las últimas adiciones a este imperecedero género nos la ofrece Giuliano da Empoli con Le mage du Kremlin (Empoli, 2022). Hay que recordar que este brillante polígrafo no ha vacilado en escribir en Le Florentín, la hagiografía de un político tan patético como Enzo Renzi, dicho sea esto sin acritud, toda vez que este le aflojaba la panoja, lo que resulta ser un motivo muy justificado para escribir vidas de santos y, dada la afiliación de su think thank Volta, a la Global Progress Network, un motivo no menos justificado de crear diablos u “homes de palla”, como gustaba nombrarlos mi padre. No se trata de metanoias, solo de avatares inducidos por quien maneja la bolsa, las menos veces con tan buen criterio como Sancho Panza en el último pleito descrito en el capítulo XLV de la segunda parte del Quijote (págs. 541-542 de mi vieja edición de Espasa), y las más, con mucho peor criterio.

Otra de las manifestaciones de la rusofobia es la que se cultiva en instituciones académicas, especialmente en todas aquéllas donde se pretende formar en las relaciones internacionales, que lleva a hacer análisis que, como poco, cabe calificar de delirantes. Por ejemplo, en 2022 se publicó un sesudo texto académico (Colom_Piella, 2022), donde se reunieron varios expertos, entre ellos académicos, vinculados al Ministerio de Defensa de España, donde entre un gran número de afirmaciones gratuitas y/o desinformadas, se hacen valoraciones de las sanciones de la UE contra Rusia como expresión de la autonomía estratégica europea, asunto en el que se incide de nuevo en una recensión publicada por una dependiente, en una revista de “ciencia política” de cuyo nombre no quiero acordarme, en noviembre de 2023.
Se requiere ser muy ignorante para reclamar que las sanciones europeas, un arma de guerra, cuyo uso ha venido creciendo en USA hasta límites estrambóticos, son una manifestación de la autonomía estratégica europea, cuando en realidad son puro seguidismo imperial, es decir, dependencia estratégica. Y cuyo impacto, extraordinariamente negativo, en la economía de la UE es tan evidente como insuficientemente analizada. El nivel de conocimiento de alguno de estos auto declarados expertos -no recuerdo si contribuye a este texto o no- lo pude apreciar en unas jornadas también del año 2022, cuyo título he olvidado, donde la asertividad del susodicho experto, medido por la velocidad con la que juntaba palabras, era directamente proporcional a la ignorancia de los temas sobre los que hablaba, en concreto sobre el desempeño del ejército ruso en Ucrania. Solamente la rusofobia, implícita o explicita es indiferente, puede dar cuanta de tal cúmulo de idioteces. En 2024 se va a hacer evidente la absoluta irrelevancia e incompetencia de estos discursos. Pero no espero que nada cambie en las universidades españolas que se ocupan de las relaciones internacionales, porque en ellas se repite, cual papagayos, el discurso elaborado en otros lugares, básicamente en USA y UK.
En este último país, hemos conocido recientemente, que se están ocupando de reescribir la historia del mundo para ubicar en ella a Ucrania[8]. Aparte que alguno de los contribuyentes, que no voy a citar, acaba de publicar un infame libro donde pretende hacer pasar sus opiniones por algo valioso, dada su condición de historiador, y que otra ha construido un relato completamente fake sobre el Holodomor, es bien relevante que esta iniciativa ha sido lanzada en un lugar con un nombre fake, el british museum (¿alguien ha visto algo british en ese museo, que más bien debería llamarse “universal expolium museum”?). Esa reescritura está financiada por uno de los yernos de Leonid Kuchma, uno de los prototipos de traidor y corrupto que puede encontrase en la historia universal. El susodicho yerno ha hecho su fortuna a la sombra de su suegro, expoliando los bienes soviéticos que cayeron dentro de las fronteras imaginarias de una república imaginaria llamada Ucrania. Obviamente los bienes que no se encuentren en activos financieros en la city o en paraísos fiscales, corren grave peligro, especialmente los que están vinculados a los limites imaginarios del 1991. Y todavía más hilarante es el argumento de objetividad: el susodicho oligarca no interviene en la redacción de la historia, de modo que esta será la expresión pura de la libertad académica. Tanto si me lo permiten como si no, me tomaré la licencia de llamarla por su verdadero nombre “prostitución académica”. Y aún más estrambótico es el ejemplo citado por el presentador del proyecto: si reconocemos que Hitler quería conquistar Ucrania, nuestra concepción de la segunda guerra mundial cambiará. Supongo que será su concepción la que cambiará. No sé, y llegados a este punto, no me interesa en lo más mínimo, cuál era su concepción, pero apostaría que era que los nazis luchaban por la libertad frente a las hordas comunistas asiáticas. Afortunadamente para otros muchos historiadores occidentales, no solo soviéticos, es más que evidente la motivación colonial que animaba a las huestes nazis, como ya hemos acreditado en otro lugar (https://tiempodetormentas.com/opinion/analisis/a-donde-vas-europa/). Motivación colonial que sigue animando a sus herederos imperiales en el siglo xxi, a cuyo servicio se ponen los prostitutos y prostitutas de la academia, al parecer, en este caso, en cifra no menor de unos 90 (mucho ha debido expoliar el yerno). Todo esto se oculta con la pantomima de la expansión universal de la libertad, reclamada por unas élites locales, previamente asalariadas por sus masters. Los rusófobos angloparlantes, muestran una creatividad incansable para inventar nuevas fantasías y relatos, que justifiquen su intento de apropiarse de los recursos de otros. Dada esa creatividad, cualquier intento de dar cuenta de la rusofobia es siempre provisional.
Si no puedes con el enemigo, aplícale lo que te han aplicado a ti. Esta es la última sofisticada formula para esconder la rusofobia, redescubierta por el separatismo ucraniano, desde el que se invoca la teoría anticolonial elaborada para dar cuenta del colonialismo europeo en todas partes salvo en USA, que es el estado colonial perfecto, toda vez que exterminó a la práctica totalidad de los indígenas. Australia y Nueva Zelanda le siguen en el ranking. No es que Rusia no se haya construido como un imperio, lo cual es evidente, pues desde bien atrás se dio ese nombre a si mismo. Es que el imperialismo ruso no es un tipo de “settler colonism”, al igual que tampoco lo fue el imperio hispano. Se trata más bien de un imperialismo minero (y en el caso de Siberia, originariamente de pieles) y se ha construido, al igual que el imperio hispano, en parte contra otros imperios y en parte absorbiendo minorías dispersas, que a diferencia de USA, no han sido exterminadas. La expansión del imperio ruso hacia el sur y el oeste ha sido contra otros imperios (lituano-polaco, iraní, otomano, francés, austrohungaro, británico, nazi y norteaméricano). Hacia el este y el sur, mongol, japones y chino. Solamente la expansión por absorción de territorios es predicable de Siberia, una zona de muy baja densidad de población.
Todo eso hace que la aplicación de la teoría anticolonial a la literatura rusa, tal y como hace (Thompson, 2000)[9] y evocan los separatistas ucranianos, es problemática, y en gran medida cabe colocarla bajo el epígrafe de propaganda rusofóbica. La narrativa imaginada (Anderson, 2016) de estos separatistas para construir una comunidad imaginaria ucraniana, curiosamente no evoca imágenes contra todos los que pasaron por esa llanura a lo largo de los siglos, solamente contra los rusos. Dado que sus patrones actuales están en el oeste, la lección no morder la mano que da de comer, la han interiorizado hasta el punto que parece indistinguible de su identidad dependiente. Es bien curioso que pretenda construirse, por estos separatistas, una idea de nación que en realidad es una unidad administrativa de un imperio atlántico que no se reconoce como tal. Todo indica que su reclamo de una identidad nacional resulta anacrónico, y para regocijo del patrón, mezcla anticomunismo con nacionalismo, haciendo pasar a ejecutores de judíos y otras minorías como héroes nacionales, un relato de ratas, como en este cuadro del pintor José Luis Serzo titulado Ratas Narradoras[10].
Hay un notorio antecedente de ratas invitándose a cenar, antes de capturar el queso. Fue protagonizado por el general alemán que publico el menú de la cena del día en que iba a entrar en Leningrado. Al igual que los que se reunieron para el reparto del día después de Siria, esa cena nunca tuvo lugar, toda vez que “von” Boche, nunca entró en Leningrado. ¿Retórica imperial? Si, alimentada por n versiones actualizadas de lo que fue la “Konto 5” hitleriana (Goda, 2000).
Y podríamos seguir, seguir, seguir. Pero la paciencia del lector tiene un límite.
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Notas
[1] Incluso Madame Hillary Diane Rodham Clinton, reconvertida en profesora de “international and public affairs” en la Universidad de Columbia en New York, donde perorea sobre tópicos como la violencia sexual -nótese la ironía-, se escandaliza, junto con otros muchos proceres, de que muchos norteamericanos consideren más creíble lo que dice un ruso, que lo que dice una persona tan “respetada” como ella.
[2] Este título, que corresponde más o menos a un informe realizado desde el parlamento europeo, que puede verse aquí https://issuu.com/javiercousopermuy/docs/objetivo_moscu_of, se encuentra disponible para su compra en este enlace https://www.libros.acercandonoscultura.com.ar/libro-193-rusofobia_-la-propaganda-antirusa-al-servicio-de-la-guerra-.html
[3] Hace un tiempo estuve a punto de publicarlo en castellano, pero la operación se frustró.
[4] https://www.usn.no/kontakt-oss/tilsette/glenn-diesen-1
[5] Por cierto, que alguna de las “revistas científicas de mayor prestigio”, con evaluación por pares han aplicado la censura. https://thegrayzone.com/2023/03/12/academic-journal-maidan-massacre/ La censura no es excepcional: el sistema de publicación científica está completamente roto por estas conductas de censura -muy frecuentes pero difíciles de probar- y por el modelo mismo de negocio y clama por una reingeniería total, antes de que la confianza pública en la ciencia se esfume por completo.
[6] Y así lo analiza el citado académico ucraniando Katchanovski https://canadiandimension.com/articles/view/buried-trial-verdict-confirms-false-flag-maidan-massacre-in-ukraine-2024
[7] El operativo toma el control y operativos ucranianos -Ukrainian Tech Ecosystem- toman posiciones https://thegrayzone.com/2023/10/31/regime-change-web-summit-ceo-israeli-war-crimes/
[8] https://www.theguardian.com/world/2023/nov/29/historians-come-together-to-wrest-ukraines-past-out-of-russias-shadow
[9] La autora es de origen lituano-polaco y sirve al programa atlantista.
[10] Una colección de relatos imaginarios en la órbita imperial atlántica, firmados por la flor y nata de esa tribu, la han reunido en este texto (Yermolenko, 2019). El slogan al que adhieren algunos de estos, supuestamente prohombres de la “Revolución de la dignidad”, es “La libertad es nuestra religión”. Igual dicho al revés “la religión es nuestra libertad” se entiende mejor. No se me ocurre como puede vincularse este slogan con el ideal ilustrado.
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Referencias
Anderson, B. R. (2016). Imagined communities. Verso.
Colom_Piella, G. (2022). La guerra de Ucrania. Los 100 días que cambiaron Europa. Los libros de la Catarata.
Diesen, G. (2022). Russophobia Propaganda in International Politics. Palgrave Macmillan.
Empoli, G. D. (2022). Le mage du Kremlin. Gallimard.
Faraldo, J. M. (2023). Rusofobia. Ensayo Sobre Prejuicios Y Propaganda. Los Libros De La Catarata.
Goda, N. J. (2000). Black Marks: Hitler’s Bribery of His Senior Officers during World War II. The Journal of Modern History, 72, 413–452. doi:10.1086/315994
Katchanovski, I. (2020). The far right, the Euromaidan, and the Maidan massacre in Ukraine. Journal of Labor and Society, 23, 5-36. doi:10.1111/lands.12457
Katchanovski, I. (2023) (a). The «snipers’ massacre» on the Maidan in Ukraine. Cogent Social Sciences, 9. doi:10.1080/23311886.2023.2269685
Katchanovski, I. (2023) (b). The Maidan Massacre Trial and Investigation Revelations: Implications for the Ukraine-Russia War and Relations. Russian Politics, 8, 181–205. doi:10.30965/24518921-00802005
Mettan, G. (2015). Russsie-Occident Une Guerre de Mille Ans. Editions des Syrtes.
Mettan, G. (2017). Creating Russophobia.
Thompson, E. M. (2000). Imperial knowledge. Greenwood Press.
Yermolenko, V. (Ed.). (2019). Ukraine in histories and stories. Essays by Ukrainian intellectuals. Internews Ukraine, Ukraine World.

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