EDITORIAL
Es muy triste el estado no ya de deterioro, sino de inquilinaje y vasallaje, de la mayoría de los medios de comunicación de masas en toda la U.E
Inquilinaje porque están más pendientes de que no les falte la publicidad institucional y de las grandes empresas que de difundir la verdad objetiva de los hechos que la ciudadanía tiene derecho a conocer.
Vasallaje, pues repiten como cotorras mediáticas, cómo consignas de guerra los bulos, las falsedades y las revisiones de la historia para mostrar ante la población una guerra imperialista, organizada de largo, como una necesidad defensiva por la «libertad de Europa».
Eso sí RT y otros medios censurados para que no nos engañen porque somos niños.
Lo cierto es que la única política expansionista la hizo la OTAN en Yugoslavia, 79 días de bombardeos, sobre Belgrado con Javier Solana de Secretario General; la hizo en Checoslovaquia hoy dos países distintos; la hizo entrando en Estonia, Lituania, Letonia, Polonia…; la hizo pretendiendo rodear a Rusia de Bases Norteamericanas cargadas de misiles a la par que acusan a los rusos de expansionistas. ¿Para qué? Por lo de siempre, invadirles, trocearles, desmembrarles, colocar gobiernos monigotes y a través de contratos preferenciales robar todas sus materias primas… Y lo tienen metido en vena, el sueño imperialista de Mackinder y Spikman, del Heartland y del Rimland. Y si para ello es necesaria la guerra, sin dudar en mandar a los europeos a combatir y morir entre ellos en nombre de la «Libertad»; pero no la «Libertad de los pueblos» sino la libertad (con minúscula) de las corporaciones financieras norteamericanas e inglesas.
¿Y en todo este hermoso collage paisajístico cabe preguntarse qué ha pasado con la izquierda europea antiimperialista, pacifísta, antisistema, que no ha convocado marchas contra la OTAN en Europa, que justifica la guerra para defender al dictador de Kiev? Tal vez, que la han infiltrado desde el final de la II Gran Guerra con la escuela de Frankfort llena de falsos marxistas con carnet de la OSS y la CIA, con las miles y miles de ONG´S «humanitarias» de cuyos dineros de difícil rastreo son en su mayoría de procedencia foránea. Y ahí está el resultado:
No ya la escandalosa ausencia de marchas «contra la guerra», es que ni siquiera una palabra crítica acerca de las tropas de ocupación norteamericanas, de las ambiciones anglosajonas y del estado colonial al que mantienen sometidas a la economía, la soberanía política, la libertad real de la ciudadanía para discrepar o informarse. Ni cómo, los de siempre, defienden el libre mercado aunque hipócritamente el Imperio vuele el Nord Stream y nos obligue a comprar petróleo y gas siete veces más caro a esos mismos Estados Unidos que el que comprábamos a Rusia durante décadas sin que nos diera ningún problema y que además nos obligan a gastar dinero público, cuyo destino racional es más sanidad, educación, viviendas, ciencia, tecnología, bienestar de la ciudadanía, en compras escandalosas de dinero en armas a la industria norteamericana para alimentar una guerra cuyo diseño en Ucrania ya lo público la Rand corporation antes de ser iniciada.
Terminó la II guerra mundial y los que vinieron se quedaron, no como aliados, si como ocupantes. Y si no es así pregúnteles simplemente si estarían dispuestos en nombre de la alianza a dejarse instalar bases militares europeas en Norteamérica, con los mismos números de asentamientos y de tropas que tienen aquí y fíjense que cara les ponen.
No es censura, es arte dramático en los despachos, en los parlamentos, en las cámaras de justicia, en los platós y redacciones. Es dramaturgia en estado puro pues esto es Europa, la del rapto, y nosotros el público de esta pública farsa.