Recensión: Nicolai N. Petro. (2023). The Tragedy of Ukraine. What Classical Greek Tragedy Can Teach Us About Conflict Resolution. Walter de Gruyter GmbH
Una posible interpretación de poliédrico concepto “verdad” lo hace derivar de la palabra griega alétheia (del griego antiguo: αλήθεια), negación de léthe (Λήθη, ocultamiento, olvido). Supuestamente su sentido etimológico vendría a hablar de un «desocultamiento». Que esto sea así o no, así como cuál es el origen de esta interpretación[1], es un asunto disputado, por más que se asocie a Heidegger, que dedicó a ello algunas de sus mejores páginas, y a otros, que después de él, han escrito páginas no menos memorables (Detienne, 1994).
Hay una interpretación moderna, propia sobre todo de textos de autoayuda (pero también de ciertas versiones masónicas, estrechamente conectadas con ellos), que me resulta especialmente irritante, pese a que, o precisamente porque, se reclama de un supuesto mandato socrático “conócete a ti mismo”: la búsqueda de una supuesta esencia reveladora de la propia identidad y liberadora de toda carga de mentira. Y me resulta especialmente molesta porque a medida que las personas que he conocido en mi vida se cuentan por cientos, he encontrado menos y menos esencia. Contado en otros términos, dentro no hay nada: cuando Momo abre la puerta y mira, llega a la conclusión de que no son ellos que hablan, son hablados por sus circunstancias (pasadas, presentes y futuras). Y aunque ahora, perseguir ese camino, me desvía de mi objetivo, las modernas neurociencias, me han convencido, si cabe, más de ello, i.e. (Pessoa, 2022).
Proceder a desenmascarar lo oculto es una tarea noble, pero no exenta de peligros (Rodinson, 1993). En unos casos la verdad no fue establecida, en otros crecen masas de asesinos dispuestos a asesinarla. A veces estos asesinos son insospechados, pues la memoria no solamente se asesina con su negación sobre el papel, como sucede con la Shoah (Vidal-Naquet, 2005), sino con la práctica, como sucede cuando el sionismo deviene genocida[2].
La búsqueda de la esencia, es una las varias perversiones del narcisismo moderno, cultivado desde todas partes, pero muy especialmente desde la publicidad comercial y finalmente desde la propaganda política (i.e. en TikTok). Narcisismo que genera seres como Kaja Kallas (KaKa), que cuando el $ imperial abandona la “promoción de la democracia”, pretende que nuestros €, ocupen el agujero del fracaso. Y que, por eso mismo, pueden repetir hasta el aburrimiento, que la participación del imperio atlántico y la primera periferia en la guerra de Ucrania, es “en defensa de la democracia”. Si algo es la Ucrania que todavía en este 2025 bracea, es la negación de la democracia, es un régimen capturado por grupos minoritarios, pero extremadamente violentos, procedentes del oeste del estado que emergió después de la disolución de la CCCP. Y no, no estamos hablando de estado fallido, estamos hablando de captura de todas las estructuras heredadas de aquélla disolución, por grupos hiper nacionalistas, irrelevantes en términos de número, pero organizados y financiados desde el imperio atlántico.
Gentes como Kaka, no entienden nada (sobre nada). Decir que no han entendido nada de la derrota imperial en Vietnam, de la cual en 2025 se han cumplido 50 años, es suponerles que conocen algo sobre ella. Es asumir que pueden establecer paralelismos: Usa comienza librando una guerra proxy en la mejor tradición de la Cia, entonces bajo Dulles, después una guerra directa, después se retira y finalmente su régimen “puppet” colapsa. Decir que no han entendido nada sobre como Finlandia sobrevivió como estado, aceptando su derrota ante la CCCP, es suponer que saben más que sus pares de aquel lugar, pues las y los narcisistas modernos de ese lugar donde se fabricaban los Nokias[3], también lo han olvidado. Dado que no han aprendido nada sobre nada, bracean en la misma charca que ya hemos visto en otros lugares “no occidentales”, donde el imperio también llevó la “libertad”. En esa ciénaga es imposible discernir las falacias y el ocultamiento en el que se asienta toda la política exterior del imperio atlántico y, sobre todo, su primera periferia, la UE.
Los análisis y la propuesta de (Petro, 2023) (sobre el cual es necesario conocer, que ha estado íntimamente implicado en el despliegue del imperio atlántico, en la administración Bush baby), es interesante porque ayuda a entender como el imperio ha apalancado sobre las contradicciones insolubles[4] de las gentes que habitan el territorio que solíamos conocer, desde la disolución de la CCCP, como Ucrania. Ucrania era una construcción si no imposible, sí de supervivencia improbable. Hasta el punto que en 2025 parece evidente que la única solución para el conflicto, como ya han señalado otros, es la desaparición de esa entidad. Los perversos incentivos, la heroína suministrada en ingentes cantidades – $ y €-, los ha vuelto adictos y en ningún caso parece que podrán conformarse con la experiencia de rendición finlandesa.
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Una de las formas como se conocía a los emperadores rusos (al menos desde 1654), era como “Zar de todas las Rusias”, a saber, la gran Rusia (Великороссия), la pequeña Rusia (Малороссия) y la Rusia blanca (Белоруссия).
La pequeña Rusia, contra lo que algunos dicen, no coincide con lo que fue Ucrania desde su independencia de la URSS y hasta el 2022, entre otras razones, porque la zona sur, en torno a Odessa, se conocía también como Nueva Rusia (Новоро́ссия) y no formaba parte de aquélla, así como porque la parte más al oeste es una adicción reciente. Por otra parte, el uso de esas denominaciones es bastante más antigua de lo que gustan reconocer a los que gustan llamarse a sí mismos “nacionalistas ucranianos”. |
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Había pues en Ucrania al menos dos, o quizás tres, identidades diferentes, solamente conciliables con una perspectiva cívica republicana, que no fue posible nunca, ni antes ni después de la disolución de la URSS.
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Lejos de esa identidad cívica, el inestable equilibrio, contra el que atentó de modo continuado el nacionalismo radicado en los territorios occidentales, se rompió brutalmente con el golpe de estado del año 2014, con el Maidan, instigado y sostenido por las fuerzas centrales del imperio atlántico, ante la incapacidad de Alemania y Francia para hacer cumplir los acuerdos de Minsk, de los cuales eran garantes, y que se asentaban justamente sobre la idea de mantener una Ucrania unida en base no a nacionalismos excluyentes sino a valores cívicos republicanos[5], done las diferentes identidades fueran respetadas.
El texto que nos ocupa (Petro, 2023), que, salvo el último capítulo, fue escrito antes del inicio de la operación militar especial, está dividido en seis capítulos. En el primero de ellos nos invita a aprender sobre como construir unidad a partir de la división, apalancando sobre la representación de los conflictos agónicos en la tragedia griega y su valor pedagógico. En el segundo describe las particularidades de la tragedia ucraniana, particularmente la naturaleza corrosiva y divisiva del nacionalismo occidental ucraniano (que, como es sabido, colaboró estrechamente con el nazismo, especialmente en el genocidio de judíos y otras minorías), y que fue sometido, después de la segunda guerra mundial, con un alto coste en vidas humanas por la astucia y la fuerza de las armas del NKVD y el posterior desplazamiento de un número considerable de sus recalcitrantes hacia Siberia. En el tercero, se centra en las causas del atractivo y la potencia del nacionalismo de extrema derecha, precisamente porque “asegura” la unidad de la verdadera Ucrania (que excluye a gran parte de su población). En el cuarto analiza la destrucción generalizada que ese nacionalismo induce sobre las dimensiones esenciales sobre las cuales se podría asentar una cultura cívica, un “patriotismo republicano”. En el quinto analiza como ese nacionalismo excluyente, ha alienado a grandes partes de la población y ha hecho, finalmente, posible que el imperio atlántico apalanque sobre él, “hasta el último ucraniano”, “para desgastar a Rusia”. En el sexto y último, explora las vías para la paz, en el que retoma las “soluciones” escenificadas en la tragedia griega, tal y como las resumió en el primer capítulo. De las posibles soluciones, vale retener una idea a la cual ya hemos hecho mención en otros lugares, porque también otras personas la han sugerido: la creación de una Ukranian Truth and Reconciliation Commision. Pero antes habrá de resolverse el problema del nacionalismo ucraniano, que si bien comparte la negatividad de otros nacionalismos occidentales (Seymour, 2024), es probablemente la versión más depurada, en el siglo XXI, del nacionalismo excluyente, cuya acción política se basa en la violencia. Y es ese nacionalismo virulento el único responsable, junto con sus patrones imperiales occidentales, de las “recurring state policies that seek to ensure the victory of Galician Ukrainian identity over Maloross Ukrainian identity” (Petro, 2023, pág. 223). Y para erradicarlo, la única solución posible, parece su derrota militar, total e incondicional.
Después de la lectura se imponen algunas ideas (i) no solo la retórica de la OTAN, sino sobre todo la de la UE sobre que defender a Ucrania es defender la libertad y la democracia es un “fake” de proporciones gigantescas: el nacionalismo ucraniano del oeste nada tiene que ver ni con una ni con otra; (ii) el escenario más probable de la resolución del conflicto es por la fuerza de las armas, que fuerce una rendición incondicional, pero la opción del desplazamiento de poblaciones a Siberia, ya no está abierta (y no solo porque sea contraria, que lo es, al derecho internacional), lo cual implica que la UE acabará alojando a cientos de miles de “refugiados” violentos; (iii) la UE ha alimentado un monstruo, que más pronto que tarde, se levantará contra ella. Ya lo está haciendo, corrompiendo las instituciones que deberían servir las cuatro libertades, alimentando el régimen de guerra y el austericidio. Y nada de esto, aparte de los costes en lo que ya ha incurrido (i.e. inflación, desindustrialización, …) saldrá gratis. Como cantan en Hombres de Respeto … la guerra debe continuar.
Y continúa. En el “17 paquete” de sanciones la UE, queda claro que esta ha cruzado el Rubicón, al otro lado del cual no está Roma, sino el precipicio de la barbarie. El camino hacia la autodestrucción de sus instituciones propias de un liberalismo democrático ya muy anémico, lo había iniciado ya incluso antes del “1 paquete”, con la prohibición, sin competencia alguna (y contra todas las declaraciones de derechos humanos vigentes, que supuestamente, la UE considera como parte de su derecho interno), del acceso a medios de comunicación “rusos”. Pero en el “17 paquete” el proceso civilizador imaginado por (Hirschman, 2013), que llevaba de las pasiones a los intereses, se muestra desnudo y dramáticamente invertido; ahora va de los intereses a las pasiones[6]. Y así se evidencia en la retórica aplicada en ese “17 paquete” a Red.media.
No es solo que la UE carezca de competencia alguna para imponer dentro de la UE[7] las “sanciones” que ha hecho caer sobre ese medio y su fundador de origen turco, Hüseyin Doğru. Es que, por una parte, está presente el racismo contra el “turco” (pese a que físicamente sea indiferenciable de la mayoría de los alemanes). Sin duda encuentran especialmente molesto al “turco” porque ¡oh pecador!, ha trabajado en el pasado para medios rusos y ¡oh diablo!, ha osado dar voz a quienes -alemanes, judíos, judíos alemanes, palestinos y cualesquiera otros- protestan contra lo que, de acuerdo con el derecho internacional, es un genocidio de libro. Y es que, por otra parte, cualquier apariencia de “estado de derecho”, de “rule of law”, ¡ah nuestros valores europeos! ha sido destruida: ni base jurídica, ni pruebas de acusación, ni respeto de los derechos fundamentales (¡presunción de inocencia, proceso contradictorio, juicio justo, bla, bla, bla!)
¡Ni siquiera esto va de Ucrania, ni de Palestina! Se acabó. El 20 de abril de 2025, lo que quedaba de la democracia en la UE, ha muerto. No, no, no exagero temerariamente. Es una pura constatación. Estamos en un régimen de guerra. La violencia es la única ley. Y cualquiera puede caer bajo su manto de furia y dolor.
Cantemos pues, con el coro, la antiestrofa 2ª de la Helena de Eurípides “¡Insensatos, todos aquéllos que intentáis lograr la excelencia por medio de la guerra y de la punta de la fuerte lanza, con la necia intención de poner fin definitivamente a las fatigas de los mortales! Sí, pues si las luchas cruentas actúan de jueces, jamás la discordia dejará libres las ciudades de los hombres”.[8]
Notas
[1] Algunos la atribuyen a Ortega, a partir de un texto de un filólogo alemán, Teichmüller (González_Fernández, 2024).
[2] El próximo 13-15 de junio de 2025, en Viena, ha sido convocado el Primer Congreso Antisionista Judío, que creo, por primera vez en la historia, parte de una verdad histórica: el genocidio en Palestina empezó en el verano de 1897, con la propuesta de creación de un estado colonial, producto típico de la razón europea. No conozco a la más joven de los dos convocantes, pero el más viejo ha escrito un magnífico texto (Bresheeth-Zabner, 2020), al que creo que hice referencia en otro lugar. La degradación moral alcanzada por el imperio atlántico occidental -el centro y todas sus periferias- ha alcanzado una nueva cota en la “gestión” de la “ayuda humanitaria”, tal y como Sara Bils analiza aquí y aquí. El que quiera ver que vea; el que quiera entender que entienda. Al parecer, Sara Bils es una antigua oficial de la marina estadounidense.
[3] Que nunca fueron tan buenos, como demuestra el cortocircuito que causaron en mi viejo Mercedes.
[4] Para ilustrar la division, en nota a pie de página, nos recuerda “In July 2021, the Ukrainian polling agency Rating asked Ukrainians whether they agreed with President Putin’s statement that “Russians and Ukrainians are one people, who belong to one historical and spiritual space.” Nationwide 41 percent said they did” (Petro, 2023, págs. 32-33). Y esto después de una intensa “ucranización” que arranca bajo Leonid Kuchma, poco tiempo después de la independencia, es decir, se extiende por más de 30 años. Incluso podría decirse que desde el mismo momento de la independencia, pues tan tarde como en 2018, Kravchuk, el primer presidente, respaldo una infame propuesta de ley del “parlamentario” Senchenko, Ley del Olvido, bajo la cual, todo habitante de Crimea y Donbass devenía automáticamente un “colaborador”, es decir un traidor, de modo que, para continuar viviendo, deberían pedir olvido al estado, es decir, a los nacionalistas del oeste, y recibir un castigo acorde a sus “crímenes”; los que hubieran pedido pasaporte ruso, deberían ser deportados. No se aprobó esa ley, pero si otra, en la misma línea, la ley de Reintegración de 2020. Son este tipo de adalides de la democracia y la libertad en los que se apoya y promueve el imperio atlántico. Todo por el bien del imperio.
[5] La alianza ideológica contra el civismo republicano también suma al sionismo, como pude comprobar de primera mano, en una fuente que no es y no puede hacerse pública.
[6] En ese documento, aparte de ser una pieza de “wishful thinking” y usar lenguaje criminal, i.e. shadow fleet of oil tankers (no, burócratas bruselenses, los petroleros son tridimensionales, navegan asegurados -ya no en la City- y ahora, al menos en el Báltico, con escolta de misiles y torpedos), por supuesto, no se hace mención al coste de las sanciones para las gentes del común de la UE, los únicos de los que deberían ocuparse individuas como la portuguesa Maria Luís Casanova Morgado Días de Albuquerque. Cuando excelsos profesores me “explicaban” “teoría de la democracia liberal” me hablaban de algo llamado: control y exigencia de responsabilidad, más o menos lo que en inglés se llama “accountability”. Algún día no muy lejano las gentes del común habrán de exigirlo a todas estas liberalilotas.
[7] El artificio es que el propietario no es ciudadano de la UE. El medio es propiedad de una sociedad turca AFA Medya A.Ş. Pero Turquía no se ha dejado intimidar por la UE, y no aplica las sanciones unilaterales, ni las directas ni las secundarias, de un organismo altamente disfuncional, como es la UE. Tan disfuncional es, que la furia uterina de KaKa ha caído también sobre ciudadanos alemanes (afortunadamente para ellos, residentes en Rusia): Alina LIPP y Thomas RÖPER. Las sanciones las firma el Consejo: diputados, pregunten por favor, en los parlamentos nacionales, también en el de España, si saben lo que están firmando.
[8] (Esquilo, 2004, pág. 1239), parágrafo 1155-1160.
Referencias
Bresheeth-Zabner, H. (2020). An Army like no other. Verso.
Detienne, M. (1994). Les maîtres de vérité dans la Grèce archaique. Maspero.
Esquilo, E. (2004). Obras Completas. Catedra.
González_Fernández, E. (2024). Sobre el primer uso filosófico de alétheia como descubrimiento o iluminación. Logos. Anales del Seminario de Metafísica. doi:https://dx.doi.org/10.5209/asem.92588
Hirschman, A. O. (2013). Passions and the Interests Political Arguments for Capitalism Before Its Triumph. Princeton University Press.
Pessoa, L. (2022). The Entangled Brain. The MIT Press.
Petro, N. N. (2023). The tragedy of Ukraine. De Gruyter.
Rodinson, M. (1993). De Pythagore à Lénine. Librairie Arthème Fayard.
Seymour, R. (2024). Disaster nationalism. London: Verso.
Vidal-Naquet, P. (2005). Les assassins de la mémoire. Découverte.