Criminología de las revueltas y la inmigración

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Hubo un tiempo que se contraponían, y algunos aún siguen en esa página, el modelo de integración de los inmigrantes de tipo británico, multicultural, al modelo de no integración, de asimilación republicana, de facturas francesa. Supuestamente el primero sería más exitoso, toda vez que gentes procedentes de las antiguas colonias han ocupado puestos de relevancia en la isla -i.e. un primer ministro de RU, un alcalde de Londres, un primer ministro de Escocia-. Pero el modelo británico, más allá de lo que suceda entre las élites, nunca ha sido un modelo de integración. La idea de la blanquitud, elaborada de diferentes maneras durante el imperio y después de su pérdida, ha estado presente durante toda la historia de las islas británicas. La teoría de la integración multicultural ha resultado ser pura ideología, pues al tiempo que la academia producía esas “explicaciones”, la idea del RU como un reino blanco se reelaboraba y reinventaba, como muestra (Schwarz, 2013). Y el segundo, el supuesto universal modelo republicano francés, nunca pudo superponerse a la vieja aristocracia de la epidermis (Gauthier, 2007).

Y tanto un modelo como otro nos regalan revueltas más o menos violentas. En el RU unas recientes, en este 2024, han llevado a algunos brutos, brutos super ricos -ambas categorías no son excluyentes-, como el comprador de twitter, a hablar de guerra civil inevitable. Estos super brutos son el resultado de un imperio enchufado a las finanzas. Vivimos en un imperio que está atado a la centrifugadora de las finanzas. Si el PIB mundial -con todas las limitaciones de esta medida- se cifra en $105 trillones[1], el valor monetario que circula en los mercados financieros, con todas las cautelas, porque la figura exacta puede variar significativamente según como las fuentes consultadas calculen los activos en manos de la “sadow finance” (Nesvetailova, 2017), se puede estimar entre los 461 trillones[2] y los $667 trillones, es decir entre 4,4 y 6,4 veces más. La deuda pública de la cabeza del imperio, USA, ya alcanzaba en 2023 los $35 trillones[3], el 32% del PIB mundial. Y los bancos, que supuestamente, esa es la creencia popular (Lanchester, 2014) , están para prestar dinero a la economía real, dedican muy pocos de los activos que manejan a ese fin. Según una estimación para UK (Kay, 2015), los bancos británicos, cuyos activos estima en £7 trillones, dedican apenas el 3% de esos activos a préstamos a la economía real. Y hay que recordar que ese mundo de las finanzas es de suma cero, no añade valor alguno, solamente hace que el dinero cambie de manos, funciona como un embudo invertido en cuyo azimut se encuentra un enorme aspirador. Y por utilizar un término acuñado por los historicistas rusos, la “закономерность” de la época, es al crecimiento sin control de la riqueza acumulada en punto más alto de ese embudo, en el cielo (de los ricos).

Pero las guerras civiles no empiezan con riots, ni los riots son nuevos. En italiano se dice “fare un quarantotto”[4]. Por ejemplo, en el RU ha habido revueltas callejeras en los tiempos de Tatcher, sobre las cuales se elaboró un informe oficial, el informe Scarman (Scarman, 1981); hubo otras con otro primer ministro conservador, Cameron, sobre las cuales también se redactó un informe no oficial, a cargo de la LSE y The Guardian (Guardian, 2011). Y ha habido otras, en 2024, con el primer ministro laborista Starmer, sobre las cuales no hay informe ni se lo espera. Por cierto, que durante las revueltas bajo el gobierno Cameron, el fiscal era este mismo sujeto laborista, mister Starmer. Y ya entonces su único “análisis” y “remedio” pasaba por el estado penal, según su particular versión, no tanto penas severas como rápidas.

Los informes realizados sobre las revueltas con los primeros ministros conservadores, ponían de manifiesto que la explicación última hay que buscarla, por una parte, en la absoluta sensación de exclusión y marginalidad, y por otra, en la evidencia que las únicas piezas del estado con las que tienen relación esas gentes excluidas y marginadas, es con la policía y los jueces, con el estado represivo penal.

En Francia no ha existido nunca esa tradición de hacer reportes oficiales -todo parece indicar que en el RU la tradición llegó también a su fin- pero varios estudios sobre la radicalización islámica (Bonelli, 2018), (Khosrokhavar, 2014), (Puaud, 2018) ponen de manifiesto que en muy poca proporción esta es ideológica; en su mayor parte responde a las mismas dos causas: absoluta sensación de exclusión y marginalidad y la embrutecedora relación con el estado represivo penal, gestionado por policías y jueces.

Además de esas constantes, que aplican también a la última revuelta en el RU, hay otras dos dimensiones reseñables: las derechas hacen la lectura de las revueltas en clave antiinmigración y antislámica y las izquierdas no hacen ninguna, más allá de predicar sobre la necesidad de políticas de integración que nunca se implementan. La clave antiinmigración y anti islamismo se ha convertido en eje central, a medida que las expectativas de felicidad universal neoliberal se esfuman aceleradamente, también en el centro y las primeras periferias imperiales, categoría en la cual caen UK y Francia.

Podría ser que efectivamente la revuelta del 2024 en UK sea cualitativamente diferente de las anteriores, pues estaría protagonizada por blancos pobres contra inmigrantes no blancos, con tintes anti islámicos y azuzada por las extremas derechas en las redes sociales. La falta de reporte oficial, a día de hoy, hace imposible concluir que ese es el color de la revuelta, pero no es descartable. La destrucción sistemática del estado de bienestar, la caída de la renta y esperanza de vida de toda la población, incluida la población blanca (salvo los muy ricos, de cualquier color, la valoración de cuyos activos -inmuebles y finanzas- no para de crecer), la desaparición de empleos de calidad, la proliferación de empleos precarios donde los blancos compiten con los no blancos, hace muy plausible que estamos ante una explosión de colera, toda vez que esas gentes se ven a sí mismas completamente excluidas del sistema político. De hecho, aunque mister Starmer arrasó en las últimas elecciones, la participación electoral fue tan baja, que las gentes que presuntamente le votaron no llegan al 20% de la población total residente en las islas;  y en términos absolutos obtuvo 3.000.000 de votos menos que Corbyn, que defendía un programa algo menos conservador.

Y es que los cinturones de miseria que rodean las ciudades británicas o las ciudades francesas se parecen cada vez más a las que rodean otras mega urbes en el gran sur y en otras ciudades del norte. Muy lejos y muy atrás quedan los “red belts”, los “ceintures rouges”[5], los “cinture rosse”, los cinturones rojos, donde los comunistas organizaban las comunidades para dotarlas de voz e influencia política. Y con su desaparición se pone en marcha la caída de la tasa de participación electoral, como muestran los microanálisis de esas periferias, i.e. el microanálisis de la ciudad de les Cosmonautes, en Saint-Denis, al norte de Paris (Braconnier & Dormagen, 2007). Al otro lado del Atlántico, donde tales cinturones rojos no han existido nunca, los riots has sido muy frecuentes. En Canadá, concretamente en Vancouver, se documentan muchos y empezando tan atrás como 1907, con el “anti asian riot” (Barnholden, 2005). Y al sur de los grandes lagos los riots son muy numerosos (Rucker, 2007). Uno de los más antiguos, en 1919, está documentado en Chicago, después de que en el lago Michigan un bañista blanco apedreara a cinco jóvenes negros por aproximarse a la playa blanca, causando la muerte de uno de ellos (Hartfield, 2018).

Los “expertos” varios, intentan modernizar las explicaciones: que si las redes sociales, que si el discurso de odio en las redes sociales, que si reformas de la policía. Otros apuestan por explotar el problema para alimentar sus propuestas sin propuestas, recurriendo si se tercia a teorías varias del complot (DeHaven-Smith, 2022), desde el plan para substituir a la raza blanca o cualesquiera otro que circule para situarles al mando de la nave nodriza, i.e. la emigración es la causa de la radicalización islamista, el terrorismo y todas esas perlas. Tanto unos como otros obvian, por inoperante el doble problema de las diferencias de riqueza y como eso interacciona con la raza y la religión.

Los autodefinidos como progres, ante la evidencia de que las sociedades occidentales ya no son capaces de reproducirse a sí mismas (y en otro lugar hablaremos sobre lo que esto significa y cuáles son las causas), pero que el capital necesita mano de obra barata para valorizarse, rehúyen el problema y se apuntan a la última moda: la emigración circular. Esta es una versión psicodélica de la economía circular: vengan cuando hacen falta, pero no se queden. Sí, como los vendimiadores españoles en las viñas francesas. Y olvidan, por supuesto, que muchos de los que vienen, simplemente no tienen donde volver, porque alguien, con frecuencias un financiero, les ha quitado las tierras donde solían vivir y reproducirse. O simplemente no es posible continuar viviendo en los lugares donde les ha tocado nacer. Y por supuesto olvidan que los empleos de temporada, como los de vendimia, se dan en negocios de temporada, agricultura y turismo, pero los demás empleos no tienen pautas cíclicas tan definidas. Por su parte, los autodefinidos como gestores, prefieren la subcontrata: que de esos “desplazados” se ocupen subcontratistas al otro lado del mar con un mandato simple: deténganlos, enciérrenlos, abandónenlos en el desierto, mátenlos si todo lo anterior falla, e insisten en querer cruzar el mare nostrum. Aquí tienen unos cuantos € para balas. El nivel de paroxismo de los y las eurócratas ha llegado al punto a financiar fuerzas armadas que practican, entre otras conductas “civilizadas”, la violación sistemática. i.e. en Tunez[6]. Nosotros, los Sarkozy, los Cameron y comparsas, emprendedores natos y adalides mundiales del emprendimiento, ya nos hemos ocupado de liquidar a los Gadafi para que sus negocios prosperen.  El contrapunto a la industria securitaria es la industria de la “asistencia humanitaria”, el onegeismo que todo indica se alimentan mutuamente. Sin duda la revolución no será financiada via ONGs. En otro lugar hablaremos del dentro y fuera, de la frontera como sistema de gestión.

Los que vienen no son refugiados según la Convención y Protocolo sobre estatus de refugiado de 1951 y su extensión en el Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados de 1967. Esas convenciones y protocoles son productos de la guerra fría: se trataba de acoger en el imperio occidental a quienes perdían las guerras frente los movimientos anticoloniales, patrocinados por la URSS o China. Cuando eso ha desaparecido, el estatus de refugiado ha ido perdiendo relevancia hasta el punto de que los inmigrantes que se hacinan en las fronteras del imperio ya no son acreedores del estatuto de refugiado en ningún caso. Son emigrantes invasores, son barbaros (como los bárbaros que nos contaban en las historias escolares, se agolpaban en las fronteras del imperio romano y saquearon Roma). Por cierto, que esos primeros saqueos de Roma fueron realizados por barbaros que habían sido hacía mucho tiempo reclutados por el imperio, entre otras funciones, para guardar sus fronteras y cuando ese primer saqueo del 410, que se explica más por razones internas que internacionales, se produjo, la capital del imperio ya no estaba en Roma. Si queremos, podemos encontrar similitudes, porque el imperio romano ya era multicultural, multiétnico. Y esta es una de las más de 210 causas aducidas -no recuerdo en este momento quien tuvo la paciencia de contarlas- para explicar la “caída” del imperio romano.

Los refugiados de la tercera década del siglo xxi no están protegidos por la Convención porque son otra clase de refugiados. (i) Son refugiados de las crisis de deuda recurrentes, resultado del diseño asimétrico de la economía -intercambio desigual- y de las finanzas globales -privilegios exorbitantes del US$- que asolan a gran parte de las economías del sur global y de las “soluciones austeras” que imponen las instituciones financieras imperiales, IMF y WB. (ii) Son refugiados producidos por los cambios de régimen promovidos por el imperio, bien bajo acción cinética directa -Afganistán, Irak, Libia, …- o bajo sanciones -i.e. Venezuela-. (iii) Son refugiados generados por desposesión, consecuentes a la apropiación de cualesquiera tierras cultivables en cualesquiera lugares del gran sur (también en Ucrania) por grupos financieros (Clapp & Isakson, 2018) (Clapp & Isakson, 2018)(a) y la expulsión de quienes vivían de ellas, primero hacia los suburbios de las ciudades de sus países y después hacia donde imaginen que hay una oportunidad de vida (¿mejor?). Estos procesos de desposesión replican lo que sucedió en Europa entre los siglos xvii y xix, reinventan el colonialismo indirectamente -vía finanzas- y oligarquizan por completo los mercados de alimentos en los países de los 1.000 millones. (iv) Son refugiados generados por el calentamiento global cuando las tierras de las que solían vivir se convierten en desiertos incapaces de alimentarles o desaparecen bajo las aguas, consecuente a la subida del nivel del mar[7].

En torno a las migraciones se han creado múltiples mitos, carentes de base empírica alguna[8]. No hay esperanza para los inmigrantes. Y cada vez menos para los autóctonos. De ahí que cale el discurso xenófobo y se produzcan riots tipo KKK[9].  No estamos en ningún interregno ni hay ninguna flecha inexorable de “progreso”. La versión de los “derechos humanos”, completamente disociada del combate por la igualdad (Moyn, 2019) que ha llegado, moribunda, a nuestros días, es una invención de las élites europeas, particularmente británicas, en el combate contra el comunismo; y los derechos han dejado de ser derechos cuando han dejado de ser funcionales en ese combate (Hunt, 2008) (Snyder, 2011) (Duranti, 2017). Mucho ha de empeorar todo para empezar a mejorar. Porque la mejora empieza por cuestionar el orden económico y político a este lado del mar. Y eso tomará aún más tiempo. No sé cuánto.

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Notas

[1] https://www.statista.com/statistics/268750/global-gross-domestic-product-gdp/

[2] https://www.statista.com/statistics/421060/global-financial-institutions-assets/

[3] https://www.statista.com/statistics/273294/public-debt-of-the-united-states-by-month/

[4] El término parece que procede de las revoluciones del 1848 (Clark, 2023).

[5] En la France la Universidad de Paris 1 ha construido un curso sobre ese pasado, en parte real y en parte mítico (https://e-cours.univ-paris1.fr/modules/uoh/paris-banlieues/u4/co/-module.html  (Acceso: 2024/09/04).

[6] https://www.theguardian.com/global-development/2024/sep/19/italy-migrant-reduction-investigation-rape-killing-tunisia-eu-money-keir-starmer-security-forces-smugglers

[7] También desaparecerán tierras bajo las aguas en Rusia, debido a que 2/3 de su territorio está sobre permafrost, que se iré derritiendo de continuar o acelerarse la tendencia actual de un incremento de la temperatura promedio 0,5 Cº cada década. Aun así, una estimación reciente del Institute of Economic Forecasting of the Russian Academy of Sciences (IEF RAS) estima que el saldo total del impacto del calentamiento en el PIB ruso será positivo (lo que contradice las estimaciones catastrofistas de los científicos al servicio del imperio occidental). No es esperable que el país se convierta en exportador neto de refugiados, como si sucedió con la “terapía de choque” que procedente de Washington, con receta cocinada en Harvard, y apalancando sobre la incompetencia y/o estulticia de las élites locales (Zubok, 2022), asoló el país en los 90.

[8] Hasta 22 de esos mitos identifica (Haas, 2023).

[9] Ku Klux Klan.

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Referencias

Barnholden, M. (2005). Reading the Riot Act. Vancouver: Anvil Press.

Bonelli, C. F. (2018). La fabrique de la radicalité – Une sociologie des jeunes djihadistes français. Éditions du Seuil.

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Clapp, J., & Isakson, S. R. (2018). Risky Returns: The Implications of Financialization in the Food System. Development and Change, 49, 437–460. doi:10.1111/dech.12376

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