Los mitos que nos habitan (I): Isonomía, Haití y terrorismo

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Es casi natural considerar la mentira como el principal enemigo de la verdad. Es también casi natural pensar que, si no hacemos un mundo mejor, más vivible, es por falta de conocimientos. Pero ambas afirmaciones son falsas. Incluso las mentes educadas nos alimentamos de mitos que no son exactamente falsos ni completamente verdaderos. Y si no vivimos un mundo mejor es por el ingente esfuerzo para mantener el mundo tal cual es por quienes de él sacan la mejor parte. No, no es la falta de conocimientos lo que explica el devenir del mundo. Pero las mentes educadas son tan potencialmente capaces de alimentarse de mitos como cualesquiera otras, sin perjuicio de que los relatos de sus mitos sean, al menos aparentemente más sofisticados. No es solamente que los que ganan son los que escriben la historia. A veces es también que los que han perdido, prefieren olvidar. Ambas dos flechas confluyen en silenciar el pasado. Lo importante es que ese silencio es tanto más relevante cuanto que el silencio entre en el tiempo presente para manipular el sentido del mundo.

Son muchos los mitos de los que podríamos hablar. De algunos hemos hablado en otros lugares i.e. no considerar el avance del nazismo hacia el este en directa continuidad con las guerras coloniales, como una de ellas, y no considerar el holocausto en su verdadero significado universal, en directa continuidad con el exterminio de todos los brutos (Lindqvist2007) [1] -entre los cuales, en algunas versiones, se contaban también los judíos[2]– lo que sirve al objetivo actual tanto de justificar el genocidio de los palestinos como la intervención de la Otan en Ucrania[3].

El poder, no solo el mal, es y ha sido, siempre vulgar (Trouillot, 1992). Contra lo que nos decía Hanna Arendt, amante que fue, de uno de sus profesores[4], un filósofo filonazi llamado Herr Martin Heidegger, el mal, en su versión genocida tiene menos de banal, toda vez que requiere voluntad y organización. Voluntad y organización que desborda en mucho las acciones de individuos llamados psicópatas o sociópatas, y que implica la participación de individuos considerados perfectamente normales, unos notoriamente estúpidos y otros, no se si igualmente estúpidos, pero adornados con brillantes títulos universitarios e incluso doctorados en derecho, como los que lucían los más eficaces mandos de los Einsatzgruppen. Entre otras razones, por esa vulgaridad, el poder necesita envolverse en el secreto, particularmente en el secreto de estado, para ocultar crímenes más bien vulgares.

Hay dos mitos que, por su relevancia para el tiempo presente, suscitan hoy nuestra atención. Uno de ellos tiene que ver con el origen de la democracia. Preguntarnos por ese origen nos permite avanzar en la crítica de los falsos universales, o mejor, en la crítica de la pretensión occidental de haber dotado al mundo de valores universales, pero extendiéndola incluso más allá del descubrimiento de América (Trouillot, 2002), que abre la gran ola de colonización y globalización.

En efecto, nosotros mismos, cuando hemos escrito sobre el significado de la democracia, buscando su sentido originario, no hemos quedado en Atenas (Nuñez, 2022)(a) (Nuñez, 2022)(b). Otros, con gran originalidad, han ido más lejos (Karatani, 2017)[5]. Isonomía es la palabra clave: la ausencia de distinción entre los que gobiernan y los gobernados. El problema es simple: supuestamente la libertad y la igualdad se oponen. Las implicaciones de esa supuesta oposición se ve claramente cuando hemos analizado los dos sentidos de la libertad de expresión: que cada cual pueda decir lo que quiera -parrhesia- y que todos puedan hablar en igualdad de condiciones ante la asamblea -isegoria-. El punto clave, según Karatani, es que la libertad se realiza, en Ionia, a través de la igualdad. Ambas no se oponen en esas colonias, a diferencia de la democracia de Atenas, donde las separaciones de clase, incluida la exclusión es esclavos y mujeres, implican que la igualdad cede ante la libertad. Y de Esparta, donde sucede lo contrario, la libertad cede ante la igualdad.

Las claves de esa realización de la libertad a través de la igualdad, al parecer propias de los grupos de cazadores-recolectores y que, según el autor, en establecimientos fijos, solamente habrían tenido lugar en Ionia son: (i) las ciudades de Ionia fueron formadas por colonialistas, que no llevaban con ellos la tradición de los clanes, es decir, que venía liberados del principio de la reciprocidad; (ii) aunque no eran nómadas, recuperaron el nomadismo por la práctica del comercio exterior; (iii) pese a que operaban con mercados y moneda, inevitablemente ligada a la desigualdad, se liberaron de esta porque ni se permitía tener esclavos ni contraer deudas entre los ciudadanos; (iv) no había, por tanto, otros sobre los que prosperar, ni manera de crear y sustentar desigualdades de poder político; (v) si algunos pretendían organizar un sistema basado en el trabajo ajeno, la esclavitud y las deudas, las gentes se marchaban y fundaban una nueva ciudad: la posibilidad y capacidad de moverse hacía una frontera donde encontrar tierras “vírgenes” en las que establecerse, en un precondición fundamental de la isonomía[6].

Las evidencias históricas que soporten la atribución de la isonomía a Ionia son escasas. Para probar su teoría sobre el origen y sostenimiento de la isonomía, el autor procede, por una parte, a buscar similitudes en otros procesos históricos, más recientes y mejor conocidos. Y encuentra dos: las ciudades de norteamérica en el siglo xviii y la Islandia de los siglos x a xiii, “creada por colonos” que se gobernaban a si mismos en la Althing[7], asamblea de granjeros. Supuestamente los rastros de esta tradición informan las sagas islandesas, parcialmente diferentes de otras sagas nórdicas. Y, por otra parte, el autor procede a inferir evidencias sobre como debió ser Ionia a partir del pensamiento que conocemos fragmentariamente bajo el título genérico de presocráticos.

Pero sus reflexiones son interesantes toda vez que a día de hoy no hemos sido capaces de realizar la igualdad a través de la libertad. La búsqueda de la igualdad es resentida por muchos, como una restricción de la libertad, emoción sobre la que apalancan los liberalilotas y quienes los manejan, para combatir, para destruir e impedir cualquier proyecto orientado a la construcción de sociedades más igualitarias. Pero lo que llamamos democracia, o por mejor decir, democracia liberal, sacrifica la igualdad por la libertad (de unos más que otros). Tan es así, que probablemente la única institución isonómica que sobrevive en las sociedades occidentales, sean algunas versiones de la masonería.

Si la teoría de Karatani fuera correcta, la posibilidad de realizar la isonomía en este mundo sobrepoblado, sin ningún lugar al que emigrar, lleno de amenazas reales o supuestas de los de al lado, y atravesado por divisiones de clases, son ninguna. De modo que para recuperar la libertad estamos condenados, una y otra vez, a restablecer, por la fuerza, la igualdad. Esto es exactamente lo que sucedió en Atenas, con las reformas de Solón: “In order to help the commoners who had fallen into indentured servitude, Solon forgave all extant debts, freed indentured servants, and forbade the use of a person as collateral for debt” (Karatani, Isonomia and the origins of philosophy, 2017, pág. 18). Y esto es lo que ha sucedido en todas las revoluciones que han venido después y han tratado de recuperar la igualad originaria. La democracia, susceptible a ser minada desde dentro por la corrupción sistémica, a medida que la desigualdad crece, acaba necesariamente en tiranía. Ni igualdad, ni libertad. En ese proceso es en el que estamos.

Aunque pueda parecer contradictorio, a la vista de la ilusoria concepción del tiempo como un presente eterno[8], el control del sentido del pasado, define los futuros posibles, al decidir que experiencias fueron exitosas y cuales fueron fracasos, y por tanto, mejor no intentarlas de nuevo. Y es justamente en este punto, donde entroncamos con el otro mito que nos ocupa hoy: el silenciamiento, casi olvido, la revolución de Haiti. Pareciera que, en la emergencia del mundo moderno, solamente hubieran tenido lugar dos revoluciones -la francesa y la norte americana-. No es solo esta supresión de la revolución haitina, que ya fue analizada magistralmente por el propio (Trouillot, 2015), la que nos interesa resaltar ahora, sino también la maldición imperial que asola, de un modo reiterado, a ese pequeño país.  El paisaje y los actores cambian, pero lo esencial permanece (Sprague, 2019). ¿Y que es lo esencial?: impedir la emergencia de cualquier paso hacia la isonomía.

El 1 de marzo de 2024 hemos sabido, gracias al portal The Gray Zone https://thegrayzone.com/2024/03/01/secret-cable-cia-haiti-coup/ como se fraguó el golpe de estado que condujo al segundo derrocamiento de Aristide en 2004. Un detalle, propio de los tiempos, es que el agente de la CIA que parece elaboró el golpe era de sexo femenino -ignoro su género- y blanca, a juzgar por las fotos que de ella se han hecho públicas, en un país habitado por personas negras. Lo que les molestaba tanto a las gentes[9] de Washington DC, a las que esta agente servía, como a las élites negras locales, que conjuntamente implementaron el golpe, eran las políticas de redistribución a favor de los pobres implementadas por Aristide. El golpe de estado[10] en 2004 en Haiti es la continuación de la esclavitud por otros medios. Y ya sin justificaciones y recursos al anticomunismo. ¿A quién puede sorprender entonces que en flujo de “fondos estatales USA para la ayuda al desarrollo” que sigue al golpe contra Aristide, aparezca implicada esa fundación con la cual los Clinton incrementan incansablemente su notoria fortuna, desde su origen como pareja con unos salarios estatales más bien moderados en Arkansas?  La corrupción no es ningún accidente, es intrínseca a la razón imperial. Y por supuesto en la implementación del golpe aparecen siempre los inevitables traidores locales, tentados también por los beneficios de la corrupción imperial: si en el caso de Chile hubo uno de voz aflautada llamado Pinochet, en Haiti hubo un negro carismático, llamado Dany Toussaint[11].

Fue justamente contra la esclavitud y contra la corrupción de las élites francesas dirigentes, que, en esa pequeña isla, tuvo lugar la primera revolución moderna que reclamaba libertad, igualdad y fraternidad, pero que incluyera a los negros. Y sí, fue violenta, muy violenta. Como lo fue la revolución francesa. Y la revolución rusa. El golpe de estado que acabó con el segundo mandato de Aristide, prueba la incapacidad de la democracia para vencer a la tiranía en un contexto de dependencia imperial.  Y es la prueba más evidente de la verdad que Fidel Castro intentó transmitir a Salvador Allende: arma al pueblo si quieres conservar la democracia. Y es la prueba más evidente de que Aristide no había aprendido esa lección. Y es la prueba más evidente de la afirmación de Maquiavelo: un profeta de la isonomía, sin ejército, tiene una vida corta. Y es la más evidente constatación de por qué los esbirros del brazo jurídico al servicio de las élites, han hecho crecer, como un monstruo de muchas cabezas y extraordinaria flexibilidad, la acusación de “terrorismo”, como arma de ataque contra cualquiera que quiera promover un saludable cambio hacia la isonomía. El más violento ataque a la libertad[12] desde la revolución francesa. Ni libertad ni igualdad. Y no contentos con su aberrante y monstruosa creación, pretenden que los acompañemos en adorar al monstruo. Ese monstruo resulta aún si cabe más horrendo, cuando lo unen a otro de sus becerros favoritos, la autocracia[13].  Ni siquiera se inmutan cuando ingenuos investigadores constatan, tratando de seguir el marco imperial oficial, que, con la autocracia, contra lo esperado, disminuye lo que llaman terrorismo (Wilson & Piazza, 2013). Por supuesto no pueden preguntarse si no será que en las democracias se etiquetan, a la carta, como terroristas, los actos de disentimiento, el ejercicio puro y simple de derechos fundamentales formalmente reconocidos en las constituciones. Y sobre todo ignoran el sentido originario del término terrorismo, al parecer vinculado al propio gobierno por el terror o terrorismo de estado[14]. Dícese que en una democracia no habría ni de lo uno ni de lo otro.

Cuando intenten llegar a la igualdad desde la libertad, lo menos grave que le sucederá será ser etiquetados como terroristas, si bien esta es la antesala de la eliminación física. Frente a ello podemos reclamar o revolución, para restablecer la isonomía originaria, un nuevo paso de multitud a pueblo, por movernos entre Spinoza y Hobbes, o filósofo-rey[15], cuyas formas modernas, pese a que existen, tenemos tantas dificultades para reconocer, toda vez que los propagandistas liberalilotas las mezclan con la tiranía.  Mezcla que impide no solo que reconozcamos al filósofo-rey, sino que les permite ocultar como la corrupción sistémica ya ha conducido las llamadas democracias liberales a tiranías, en diferentes grados y calidades, pero tiranías.

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Notas

[1] Los menos aficionados a leer, pueden ver el documental en cuatro episodios, con el mismo título, dirigido por Raoul Peck.

[2] De todos los mitos que nos habitan, los creados por los judíos y sobre los judíos, son probablemente los más numerosos en la cultura occidental. Uno de ellos, que no deja de sorprenderme es sostener que la inquisición fue creada contra los judíos, lo cual no es cierto. Fue creada contra los cristianos, con la justificación de perseguir, entre estos, especialmente, las prácticas judaizantes de los conversos, pero sobrevive en cientos de años a la desaparición de cualquier rastro de cristianos judaizantes. Los que disponen de poco tiempo para conocer la historia de los judíos en las Españas, pueden acudir a una autora (Mas-Diaz, 2023), autora que ya hemos citado en otro texto a propósito de los gatos (https://tiempodetormentas.com/opinion/analisis/los-gatos-esos-pequenos-dioses/). Su modo de escribir hace que leerla resulta sencillo y gratificante Quienes sientan curiosidad por ver si sus propios apellidos, aunque no parezcan judíos ni tengan noticia de antecedentes judíos, aparecen citados en expedientes de la inquisición, pueden acudir a esta excelente fuente (Faiguenboim, 2004). Y si lo encuentran y quieren saber sobre el uso de la tortura por esa santa institución, tal vez usada contra los cuerpos de algunos de sus potenciales antepasados -nunca sabrán a falta de otros documentos, si realmente lo fueron-, pueden consultar una muy reciente fuente (Hassner, 2022). Por cierto que en la operativa de esta institución no se ha prestado la atención debida al enriquecimiento de sus funcionarios como motivo práctico,  al igual que tampoco se ha hecho sobre los procesos a los judeo-masones por el franquismo.

[3] Ucrania no está en la Otan pero la Otan si está en Ucrania, al menos desde 2014.

[4] Conducta que hoy sería considerada criminal, como debe serlo la relación de “Micrón con su maman”.

[5] Ese texto desarrolla el argumento, cuyas bases se encuentran en otro anterior (Karatani, 2018), aunque traducido al inglés más tarde.

[6] Esta perspectiva evoca el análisis del último capítulo del volumen primero del Capital, la teoría moderna de la colonización, donde Marx, en su lectura de E.G. Wakefield se hace eco de las desventuras del señor Peel en su intento de colonizar el rio Swan, en Australia, y muestra a los inmigrantes a la colonias rehuyendo la condición de asalariados en favor de la de granjeros, “indeseable” situación  que Wakefield propone “remediar” con su propuesta de “colonización sistemática”, a saber, imponer un alto precio a la “tierra virgen” para forzar a los inmigrantes a trabajar como asalariados (Marx, 1975, págs. 955-967).

[7] Por cierto, a punto he estado, debido a un resbalón, de caerme al torrente que franquea el acceso al lugar donde esa asamblea se reunía (y al cual, al parecer, arrojaban a las y los adúlteros).

[8] No podemos desarrollar aquí más este punto. Recomendamos al lector la atenta lectura de (Nuñez, 2023), especialmente la parte referida al famoso economista francés, Walras y su elegante modelo teológico de las finanzas.

[9] El secretario de estado en ese momento era ese patético personaje que hizo su performance estelar en la serie -con algún figurante bien conocido en la piel de toro- sobre las “armas de destrucción masiva de Irak”, Colin Powell.

[10] En todos ellos hay victimas “colaterales”. En el caso de Haiti, entre otros, un periodista español Ricardo Ortega Fernández. Incluso cuando honran su memoria lo hacen incorrectamente: en Haiti no hubo una guerra, hubo un golpe de estado. https://www.eldiario.es/sociedad/20-anos-ricardo-ortega-reportero-guerra-perdio-trabajo-vida-contar_1_10976575.html

[11] Desafortunada coincidencia que le hayan puesto el mismo apellido que Toussaint L’Ouverture. Al menos tan desafortunada como que a otro traidor le hayan llamado Lenin Moreno. Lo cierto es que la traición nunca triunfa, pues en otro caso, no será llamada traición.

[12] Con legislación antiterrorista actual, Tatcher no habría necesitado recurrir ilegalmente al MI5 para que encontrara donde había depositado sus fondos el sindicato de mineros. https://www.theguardian.com/commentisfree/2024/mar/07/mi5-miners-strike-national-archives-security-service-government (Acesso: 2024/03/03). Lo habría usado legalmente. Y lo que es peor, habría detenido de por vida a todos sus lideres. Para el tirano los delitos no percluyen, es su voluntad irrestricta la que decide; por eso detienen a Daniela Klette, décadas después de su último delito conocido.

[13] Y cuando refieren a esta se desmienten a sí mismos, sin respetar siquiera la distinción de Tomas de Aquino, “tyrannus ex defectu tituli” (usurpador), al cual cualquiera puede matar, y “tyrannus ex parte exerciti” (quien ha sido elegido legítimamente, pero cuyo ejercicio del poder es tiránico) que solo puede ser castigado por la autoridad legítima. Si la definición mínima de democracia son las elecciones, no cabe asesinar legítimamente a nadie etiquetado por el imperio como autócrata = tirano (“tyrannus ex parte exerciti”, salvo claro está que el imperio se reconociese a sí mismo como la autoridad legítima, en cuyo caso dejaría de definirse como democracia para definirse como imperio. De ahí el incesante recurso al secreto de estado para minar a cualesquiera definidos como autócratas= tiranos, y, eventualmente al golpe de estado para derrocarlos. ¿Qué sucede cuando ante ellos se alza el príncipe chino, el príncipe ruso o el príncipe persa?  De ello hablaremos en otro artículo.

[14] Según (Aliozi, 2015), el término terrorismo procedería el clásico τροµοκρατία (tromocratia), terror y gobierno, “terror-cracia” y significa literalmente el terrorismo del estado, gobierno por el terrorismo (o por su invención).  Pero el gobierno por el terror es mucho más antiguo. Según (Fine, 2010) lo podemos encontrar en el término acadio “Puluthu” y en el asirio “Melammu”. En las inscripciones neo ariaias, aparecen justamente con el doble sentido de infligir, desde el poder real, terror a otros, súbditos y enemigos, y experiencia de terror por súbitos y enemigos.

[15] Dice filósofo, pero podría igual decir partido.

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Referencias

Aliozi, D. Z. (2015). Ti esti state-terrorism? Bajo Palabra, 107–122. doi:10.15366/bp2015.10.008

Faiguenboim, G. (2004). Dicionário sefaradi de sobrenomes (2a ediçao revisada ed.). (P. Valadares, & A. R. Campagnano, Edits.) Rio de Janeiro, RJ: Fraiha.

Fine, J. (2010). Political and Philological Origins of the Term ‘Terrorism’ from the Ancient Near East to Our Times. Middle Eastern Studies, 46, 271–288.

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