Europa atlántica no es un continente
Ni Europa es un continente, ni los Balcanes una península, ni los blancos pertenecen a una mítica raza caucásica, ni aun menos aria. Seguramente lo último no se enseña, salvo en los guetos de la extrema derecha, pero todo o parte de lo demás, sigue enseñándose en colegios patrios hispanos y de la Unión Europea. Europa, incluso después de cientos de años de entronización de la razón y de la ciencia, sigue cultivando sus orígenes míticos (Demoule, 2014).
Incluso recuerdo una clase, viralizada en un video, en la que un profesor llego a inventarse una ruptura geográfica entre el mar Negro y el Mar Báltico, quizás porque en su subconsciente los Montes Cárpatos y la Линия Сталина son el mismo accidente geográfico y la gran llanura europea, de los Pirineos a los Urales, una ficción de los que pintan los mapas.
El profesor en cuestión es de uno de los que pululan por las universidades privadas, donde los cachorros menos agraciados por la lotería genética pero suplementados con la vitamina económica, superan el triple dictum “Lo que no da naturaleza, no lo da Salamanca y menos Baeza”. La superación de ese triple dictum es posible porque en el siglo xxi, el paso de universidad a instituto de enseñanza secundaria, que asoló a Baeza, hermosa villa renacentista, se ha invertido y ahora, con las conexiones adecuadas, los institutos de enseñanza secundaria devienen universidades privadas, donde confundir los mapas geográficos con los políticos es lo menos grave que puede suceder.
Al fin y al cabo, haber crecido en un mundo obscuro, fuerza la desconfianza natural, de la que hacía gala el bisabuelo de mi hijo, cuando pedía, en el viaje en coche por Francia, en la inmediata postguerra, a su hijo, a la sazón joven estudiante del Liceo Francés, que en cada cruce de carreteras preguntara a transeúnte o conductor cual era la dirección correcta, pues era sabido que los resistentes franceses habían cambiado los carteles de posición, para confundir a los presuntuosos y pedantes teutones, invasores de la tierra donde, al parecer, ha florecido el arte culinario y, accidentalmente, la Ilustración.
Es bastante sorprendente constatar cómo los residentes en Europa Occidental siguen hablando de Europa Occidental como de un continente. Incluso en las escuelas sigue enseñándose esto en 2023. Esta confusión, que viene de muy atrás, se superpone al método utilizado para proyectar los mapas, que hace del hemisferio sur mucho más pequeño de lo que es. Si Europa es un continente en términos geográficos, atendiendo a las placas sobre las que se asienta, llega hasta los Urales. Dada la continuidad de las superficies, en términos geográficos, seguramente es más correcto hablar de un subcontinente, el subcontinente occidental de Eurasia. Esto permite, además, resaltar un hecho geográfico cuya importancia quizás se ha exagerado (Diamond, 1999), pero que seguramente es relevante: Eurasia es un continente con orientación horizontal, no está atravesado por ese formidable obstáculo para la circulación de personas y mercancías, que ha representado, y todavía representa, el ecuador.
Geográficamente tampoco resulta muy afinado definir la Europa de la UE como la península occidental de Eurasia (Diesen, 2021), por la simple razón de que no es una península.
El concepto de Europa
El mismo concepto de Europa ha ido variando a lo largo del tiempo.
Es incierto cuando aparece la palabra “europeos” por primera vez. Sabemos que en la Crónica Mozárabe de 754 aparece “europenses” para designar los enemigos de los árabes en la Batalla de Tours. En otros textos se usa el término francos. La oposición religiosa, cristianos contra musulmanes, domina en las memorias de Pio II (Picolomini, 2001), especialmente en el contexto de la llamada a las cruzadas contra los turcos. También durante la conquista de América, la oposición era predominantemente religiosa más que de raza, lo que facilitó la aparición de población mestiza.
La ruptura anterior dentro del cristianismo, entre católicos y ortodoxos, no supuso una ruptura radical en los términos de quienes eran o no eran europeos. La que probablemente es la primera sociedad por acciones, la Muscovy Company, creada en 1555, en Londres, se hace con el monopolio del comercio, que mantendrá hasta 1698, con un país distante y en gran medida misterioso, pero poblado por blancos cristianos, Rusia. Esa ruptura del credo cristiano si está en el origen de la rusofobia de la que hablamos en otro lugar. Pero la identidad cristiana, frente al turco, al musulmán, sigue estando vigente, hasta el punto que en el sigo xix el grueso de los peregrinos a “tierra santa”, la tierra reclamada por tres religiones, venían de las tierras ortodoxas, una tradición iniciada siglos atrás y de la que contamos con algunos documentos de enorme interés histórico, entre los cuales se encuentra la relación de viaje de (Grigorovitch-Barski, 2019). La protección de tierra santa es un argumento usado para justificar las cruzadas y la protección de los peregrinos un argumento usado por los zares en su guerra contra el turco.
La invención de la Europa del Este
No es hasta la Ilustración que a la secesión religiosa se añade otra, la división de Europa en dos: la Europa del Este, que coincide más o menos con los países poblados mayoritariamente por eslavos, de religión ortodoxa, y la Europa del Oeste, la cuna de la Ilustración. La división mítica, que se elabora en la Ilustración, e incluso algunos siguen reproduciendo en el sxxi, no pretende dividir Europa tanto por cuestiones étnicas -eslavos de una parte y germanos y latinos de otra- ni religiosas -ortodoxos de un lado y católicos y protestantes de otro- como por criterios de superioridad civilizatoria supuestamente alcanzada por las gentes del Oeste, del cual la Ilustración es la prueba (Wolff, 1994).
Esta construcción mítica, sufrió una nueva ruptura entre los años 20 del siglo xx, desgajando de la Europa del Este, la llamada Europa Central, que sumaba varios de esos países, antes en el este y habitados por eslavos, a los habitados por germanos, Alemania y Escandinavia. Hay que tener en cuenta que, en ese período, la Praga de los últimos años de Kafka, con florecientes negocios financieros, probablemente contaba con la renta per cápita más alta del mundo. Algo así era incompatible con la idea de atraso. Los Ilustrados solo fueron innovadores en crear en hombre de paja contra el que resaltar su buena nueva; es más fácil de visualizar la luz propia si se enfoca contra contemporáneos en otra geografía que contra el pasado, dado que el pasado distante, griego y romano, era reclamado como propio por los Ilustrados.
Las fuentes anteriores, venían construyendo un discurso similar (Fletcher, 1966)[1], (von Herberstein, 2016), (Possevino, 1977), (Poe, 2001), pese a que el парильня, el baño semanal de vapor, desconocido en Germania y en Latinia, era practicado rutinariamente en las tierras que menospreciaban o pese a que la Matanza de San Bartolomé -en la misma tierra civilizada que hablaba francés- generó más muertos que cualesquiera otras matanzas de civiles en Europa del este hasta los progroms del siglo xx.
No es por ello muy extraño que si bien los Ilustrados entendían que esa Europa del este debía ser “civilizada” llevando a ella las visiones y valores de la Ilustración, otros entendieron posteriormente el mensaje de modo algo diferente. Entre ellos destacan sin duda Himmler (Longerich, 2013) -que llegó a pronunciar un discurso donde afirmó que 30 millones de eslavos deberían ser eliminados- a lo que se aplicaron sus Einsatzgruppen (Rhodes, 2003), incluso, como se nos recuerda la parte ii de la película Babardeală cu buclucsau porno balamuc, adelantando el cumplimiento de la orden de exterminio recibida, para que tan ilustres soldados pudieran celebrar la navidad.
El poder ilustrador de las universidades alemanas de la época, queda bien patente habida cuenta que entre los dirigentes de los Einsatzgruppen, había varios doctores universitarios egresados de ellas e incluso algún doble doctorado, lo cual no deja de ser bien curioso, dado que este nivel educativo supera en mucho el promedio de niveles educativos del partido nazi (Ingrao, 2013). En el doble doctor parece que se inspira -lejanamente- Les Bienveillantes.
Como casi todas las misiones civilizatorias, la de estos alemanes implicaba no solo extirpar cuerpos extraños -judíos- sino también limpiar campos ocupados por otros infrahumanos -eslavos-. En el proceso de liberación, bien está el robo y la rapiña, incluidos los billetes, joyas, pieles, dientes de oro y relojes, como atestiguan los paquetes que los soldados alemanes enviaban a sus madres y esposas desde el frente oriental. Es una lección que los “liberalilotas[2]” civilizadores de hoy parecen haber olvidado. Aunque no del todo, porque casi todos ellos recuerdan los dos relojes del soldado del ejército rojo que izó la bandera en el Reichstag.
El mito creacional de la Unión Europea
Es sabido que la verdad tiene muchos enemigos, algunos que parecen evidentes, las mentiras, y otros más escurridizos, la creación sistemática de ignorancia, entre otros medios, con los mitos (Segal, 2004). Ciertamente la lucha contra los mitos fundacionales de la democracia liberal (Cave, 2019), y otros varios mitos no menos insidiosos, es una de las tareas intelectuales más urgentes del mundo moderno. Entre esas tareas urgentes está el desmontaje del mito fundacional de la Unión Europea.
Ese mito viene a decir que la creación de la unión europea, desde sus mismos fundamentos en el Plan Schuman de 1950, es una decisión sabia de unas elites estatales, que buscaban impedir las guerras futuras entre los estados depositarios de la civilización occidental, Francia, Alemania, Italia, los Países Bajos, y llevar adelante los beneficios de la cooperación en el marco de esta gran civilización. Pareciera el resultado de una revelación a la altura de los mejores textos bíblicos, un stunde null, una hora cero, del renacimiento de la civilización europea del oeste, rescatando de sus cenizas a los estados nación europeos. Es sabido que los historiadores británicos, sobre todo los educados en Oxford y Cambridge, no hacen muy buena historia, pero son insuperables en la creación de mitos históricos, de modo que uno de los mejores relatos de este mito fundacional es fruto de la imaginación de uno de esos brillantes plumiferos (Milward, 2000).
Pero lo cierto es que tanto esos “sabios estados”, como el resto de los que sumaron a continuación venían de perder guerras coloniales. Por ello, la creación de la Unión Europea puede ser vista de un modo diferente: es el resultado de guerras coloniales fracasadas[3] (Snyder, 2018) y el intento de construir un nuevo imperio, sumando los tres imperios continentales más recientes, el carolingio, el sacro imperio romano-germánico y el austro-húngaro. El Internationaler Karlspreis zu Aachen parece dar cuenta de ello. Un imperio sin emperador, solo con oligarquías, capaces de emular las propiedades iluminativas y curativas del dios romano Granum, del cual, al parecer, deriva el nombre de la ciudad donde se otorga el premio. Un gobierno europeo sin política. Un no-gobierno capaz de realizar la utopía capitalista por el imperio de la ley tal y como fue formulado por la escuela de Ginebra, trasladando la idea ordoliberal de una vida gobernada por las reglas del orden capitalista a una escala superior al estado nación, ordoglobalismo (Slobodian, 2018), un mundo sin democracia, (des) organizado formal y materialmente por la mano invisible (Slobodian, 2023).
Teniendo en cuenta que la mayoría de los integrantes de esa escuela de ordoblogalismo procedían del extinto imperio austro húngaro, la agenda era la construcción de un nuevo imperio por la dependencia generada por el intercambio y la posterior anexión, exactamente la lógica que inspira la Unión Europea.
Y a la cual responde la adhesión ciega de la Unión Europea a las sanciones económicas, impulsadas por las élites de Washington, incluso contra grandes poderes, que ni son ni pueden ser reducidos por la dependencia generada por el intercambio ni mucho menos anexionados. Sobre esto hablamos más extensamente en otro lugar.
La fantasía de la isonomía legal a escala planetaria, de que el dominium se impondrá al imperium, en la terminología de Karl Schmitt, o dominio por la moneda, como he desarrollado en otros lugares (Nuñez, 2022), choca contra la virtualidad de esta misma idea, toda vez que su efectiva realización requiere del imperium para imponer el dominium, exactamente igual que sucedió con imperios anteriores.
En el caso de Alemania, bajo la forma aparente de “guerra contra el comunismo”, el objetivo en la segunda guerra mundial, fue una guerra por los recursos, extendiendo el control de los territorios hacia el este, hacia los territorios ocupados por los eslavos. Además de la apropiación de petróleo y minerales varios, de cuyo acceso Alemania había sido en gran medida excluida en el reparto de África, el objetivo fue gráficamente formulado en el plan que establecía que cada alemán debía disponer de 40 hectáreas, según la célebre formulación de uno de los documentos del banco central y el ministerio de agricultura del Tercer Reich (Aly, 2006). Especial objeto de la codicia de los lederhosen bávaros, eran las tierras negras ocupadas por los eslavos, en una de cuyas aldeas sitúa Edward Rutherfurd el centro de su novela Rusos.
Italia venia igualmente de perder en esa misma segunda guerra mundial sus colonias norteafricanas. Holanda perdió en 1949 la guerra colonial en Indonesia. Bélgica perdió el Congo en 1960.
Francia siguió, después de la segunda guerra mundial, en la cual era un vencedor nominal, librando y perdiendo guerras coloniales en Indochina y Argelia. La intelectualidad francesa era bien consciente de cuan falso resultaba ese calificativo -vencedor- de lo cual dejo Raymond Aron testimonio en sus escritos autobiográficos, al contrastar el alborozo con el que celebró la victoria francesa en la primera guerra mundial frente a la contención emocional de la “victoria” en la segunda. Solo cuando a las élites francesas se les hizo evidente su incapacidad para sostener su imperio colonial, se volcaron hacia Europa (Hansen & Jonsson, 2014). No está de más recordar que incluso, antes de ser expulsados de Argelia, esas élites galas, pretendieron incorporar a este país a la nueva comunidad europea (Brown, 2023). Y ahora que los restos de ese imperio, la FrancAfrique está de nuevo en ebullición, no serán extraños nuevos movimientos de implicación de las instituciones europeas. El problema con el que se enfrentan las élites francesas es que su incapacidad, evidente a partir de la desaparición de Degaulle, para detener la conversión de Europa Occidental en un protectorado del imperio atlántico, es decir, su incapacidad para detener el proceso que ha conducido a la Europa Atlántica, hace que esa implicación sea irrelevante y que deban enfrentarse en la FrancAfrique, no solo a los enemigos bárbaros, sino a los amigos, no menos bárbaros, del otro lado del atlántico.
Así pues, todos los poderes fundacionales de UE venían de librar y perder guerras coloniales.
Los que vinieron más tarde al club, el Reino Unido, Portugal e incluso España, venían igualmente de perder guerras coloniales. El Reino Unido venía de ser expulsado de Malasia (la emergencia malaya), Egipto y Kenia; Portugal de Mozambique y Angola; España de Guinea y el Sahara.
Pretender que el origen imperial es irrelevante es un error. Lo contamina todo. La vocación imperial no se ha detenido, ha venido avanzando hacia el este, hasta que se ha encontrado con una nueva guerra. Y contamina muy especialmente la relación entre los poderes del estado y los ciudadanos. Democracia e imperio no se refuerzan mutuamente, más bien al contrario, como ya descubrió Atenas.
Debemos a (Marshall, 1950) la formulación de tres momentos en la emergencia y consolidación de tres dimensiones de la ciudadanía. Así, según su descripción, en el siglo xviii se formulan los derechos civiles de libertad de palabra, libertad de culto e igualdad ante la ley; en el siglo xix los derechos a la participación política, particularmente el derecho al voto; en el siglo xx se formulan los derechos económicos, con el derecho a un salario mínimo, a la salud y a la educación. El estado liberal moderno es una combinación de todos esos derechos, pero donde los más cuestionados y combatidos por las élites son justamente los últimos, los derechos económicos. Las elites están en guerra contra los pobres y todos los demás. No será muy extraño que estos declaren la necesidad de la expropiación no ya de los medios de producción, sino de estos y los medios de reproducción, ocultos en activos financieros de esas mismas élites declaradas en rebeldía.
A los inmigrantes, dado que substituyen el electorado blanco, por otro de piel obscura, se les pretende negar no solamente los derechos económicos, sino también los políticos. Ambos dos componentes son esenciales del así llamado iliberalismo anti inmigración. Pero eso no significa, que el intento constante de erosionar y suprimir los derechos económicos, incluso para los europeos blancos, haya desaparecido, más bien al contrario. La guerra contra el salario mínimo o por la dilatación sin límite de la edad para recibir una pensión de jubilación, dan buena cuenta de ello.
Las transiciones ¿hacia dónde?
Pareciera un misterio por qué las opciones políticas iliberales o de extrema derecha emergen primero y/o con más fuerza en ciertos territorios de la Unión Europea que en otros. El misterio lo es menos si recordamos el vínculo históricamente acreditado, especialmente en el período de entreguerras del siglo xx, entre la austeridad como modo de abordar las crisis periódicas del capitalismo y la emergencia de las opciones políticas de extrema derecha (Mattei, 2022), (Galofré-Vilà, Meissner, McKee, & Stuckler, 2021). Y si recordamos, en esta línea, que el país que peor ha desempeñado en la UE, particularmente después de la introducción del €uro, Italia (Gasparotti & Kullas, 2019) es donde más intensamente se han alternado opciones tecnocráticas y “populistas” de derechas extremas.
Por su parte, a las sociedades europeas del este del telón de acero, les ha tomado, según cálculos de (Ghodsee & Orenstein, 2021), 17 años alcanzar los niveles de PIB de antes de la desaparición del muro de Berlín, es decir, de los 23 años que han transcurrido desde entonces, apenas 6 han sido vividos en promedios superiores a los del “maldito socialismo”.
La destrucción de la “fábrica social”, magistralmente descrita en (Hilmar, 2023) es otra pieza.
La destrucción de los servicios sociales, particularmente los sanitarios, es una contribución no menor. Incluso, como hemos sugerido en otro sitio (Nuñez, 2021), a propósito de la “transición” en Rusia donde hemos señalado la “catástrofe humanitaria, y otros han analizado al hilo del proceso de desindustrialización de USA y la emergencia de las “epidemias de consumo de drogas”, fenómeno que también hemos conocido en la España de los 80, cabe hablar en esas sociedades de “deads of dispair” (King, Scheiring, & Nosrati, 2022).
La emigración hacia la Europa del oeste es otra pieza, hasta el punto que las élites nacionalistas polacas que capturaron los beneficios de la transición, han afirmado, sin complejos, como hablan los sinvergüenzas, (Shore, 2012), que de este modo habían resuelto el problema del desempleo polaco: exportando mano de obra barata a Uk o Alemania. O como en el caso de Rumania exportando peones de la construcción y putas a España. Sin duda esta exportación es más digna, pero no menos “voluntaria”, que el intercambio de judíos (ricos) por cerdos que, al parecer, practicaban los antecesores de Nicolae Ceaușescu (según nos cuenta, Sonia Devilliers en Les exportés, este prefería expórtalos a cambio de US$ dólares, que son más líquidos y versátiles). No he consultado la lista de los “beneficiarios” pero, por las fechas, en ella debe encontrarse la familia (y ella misma) de la diplomática Rodica Radian-Gordon. Desafortunadamente ni esa experiencia ni ninguna otra, le ha iluminado lo suficiente como para no asimilar, como si de sinónimos se tratara, sionismo y judaísmo y anti sionismo y antisemitismo. No se si la naturaleza lo dio, pero no cabe duda, si ese fuera el caso, que el servicio continuado a un estado colonial, lo ha quitado.
Incluso el placer del sexo parece haber empeorado, al menos para las mujeres (Ghodsee K. R., 2018). Vaya usted a saber si esto tendrá algo que ver con la caída de la natalidad y con los temores del gran reemplazo del hombre blanco, pues sabido es que “hombre blanco hablar con lengua de serpiente”. Seguramente no, porque esa caída de la natalidad parece generalizada en todas las sociedades de los 1.000 millones de oro.
Bien, está pensando el lector impaciente, no sé si con visión de futuro, pero que gusta de imaginar que vive en él, olvidando que el único lugar en el que se vive y muere es el presente, supongamos que todo eso es cierto, pero es el pasado. Sin duda hasta aquí estamos hablando del pasado. El presente es, según nos cuenta, Lavinia Braniste, en Interior Cero, que las jóvenes treintañeras rumanas, no sé si con mucho o poco oficio, pero desde luego con poco beneficio, en Bucarest son como las de Madrid. De sexo ni hablamos, es perder el tiempo. Como en la fábula de las dos bicicletas que le gustaba contarme a aquel taxista, padre de amigo de juventud, venido de las estepas, y pronto desierto, castellanas, no hay mejor igualdad que la que nivela por abajo. Eso era el comunismo, según este destripaterrones por nacimiento y habilidoso lince del volante por destino, primero en seat 124 negro y después en skoda blanco.
¿Y qué hay de los valores de la Unión Europea, la libertad y todo eso, derivado de los mitos fundacionales? Y es entonces cuando aparece en el escenario no ya el elefante ni la ballena, sino las ruinas de las promesas que parecían de hormigón imperecedero, literalmente las ruinas del muro de Berlín, y donde “la insoportable levedad de Kundera” y otros propagandistas, se volatizan.
Sí, traemos un mensaje “de parte de la promesa muerta”: la Europa de los valores, de los tres tipos de valores, está muerta. El mejor ejemplo es Grecia, donde “el saber vivir mediterráneo” pretende substituirse por el “saber producir” de Corea de Sur, es decir, por la vuelta a jornadas de trabajo que ocupen todo el tiempo, salvo el estrictamente necesario para dormir. No se incluye el tiempo necesario para follar. Es por eso que en Corea tampoco saben producir niños: sufren una “crisis de reproducción” como grita el marxista que acaba de despertarse en su tumba eterna. Pero eso no le importa al hombre blanco, que habla con lengua de serpiente.
Y es que esa promesa, particularmente la que portaba los derechos económicos, según la afortunada descripción de Marshall, está muerta. Incluso está muerta la que protegía “la vida de los otros”, que al Ministerium für Staatssicherheitla (Stasi), al parecer, gustaba de espiar. Pero los europeos occidentales parecen no saberlo todavía, con certeza, de modo que las buenas gentes siguen pensando que, si nada malo han hecho, nada tienen que temer. Eso solo concierne a los otros.
Pero, paradoja de paradojas, la existencia material de esas tres dimensiones de la ciudadanía, muy particularmente la de los derechos económicos del siglo xx, dependía, para los europeos occidentales, justamente de la existencia del muro y del miedo al comunismo irreal. La barraca de feria, llena de espejos deformantes de la guerra fría, ha ardido y, como después de todo fuego, la herencia es un montón de cenizas.
Es en este contexto, donde las burocracias oligárquicas de la UE, siguen maquinando sobre la expansión como medicina preventiva para la implosión. Mientras tanto, seguimos caminando cual sonámbulos. Como dice el viejo refrán castellano “protégeme señor de mis amigos, que de mis enemigos ya me protejo yo”, porque si hay algo parecido a loe enemigos inmortales, son las burocracias transnacionales. Y algunos, liberalilotas, como Michal Simecka[4], incluso han descubierto el mecanismo implícito que manejan esas burocracias para la expansión del “mercado interior”: “nosotros pagamos por el acceso al mercado; ustedes gástense los fondos europeos como les plazca”, o sea creando redes de clientelismo. De eso también hemos aprendido mucho en España. Pero es que esos liberalilotas, formados en la isla de las ovejas, también conocida como pérfida Albión, parecen no saber de lo que hablan, pues su receta es siempre la misma “estado de derecho”; si hubieran estudiado a (Kelsen, 1955), quizás podrían comprender cuan vacío es su discurso y a que peligrosos lugares conduce el discurso liberal que intenta abolir la política y remover del dominio de la política todo lo que tenga que ver con la justicia, la formal y la material, la regulación de la libertad personal y la negociación sobre los valores y pretender que todo eso sea resuelto en leyes con valores universales (¿cuáles?) y el ámbito de la parcialidad imparcial judicial (Gray, 2023). La consecuencia a escala planetaria, es la justitocracia -una de las manifestaciones de la oligarquía- y, eventualmente, como vemos en España y llevamos décadas viendo en América, el “lawfare”.
Las dos versiones de la Europa del sxxi
Es en la política relativa a la inmigración donde más claramente se muestran dos de las almas de la definición de Europa, la versión cívica y la versión etnocultural, que siempre, por otra parte, han atravesado, los nacionalismos (Kohn, 2005). La versión etnocultural superpone de modo más o menos confuso, la blancura -asentada durante todo el período colonial- a la religiosa. La versión cívica se asienta en la Ilustración y en reclamar todos o alguno -versión liberal- de los tres tipos de derechos cívicos de los que hablo el citado Marshall.
Pensar la anti inmigración teñida de racismo como algo radicalmente nuevo es incorrecto. El racismo es una de las varias líneas de demarcación recurrentes en toda la historia de Europa occidental, que alcanzó su punto más álgido en el momento de esclavizar al negro, pero volvió con el apartheid sudafricano, nunca ha desaparecido de las relaciones con los musulmanes y ha vuelto en el estado judío puro en Israel.
La lógica de “estamos aquí porque estábamos allá” (Kundnani, 2007) es la misma, se nos haya traído forzadamente en barcos negreros o vengamos “voluntariamente” en cayucos y otras naves sin calado. En su momento, tal vez allá por los años 70 del siglo xx se acuño el término “capitalismo racial”, para dar cuenta de que capitalismo no solo no es igual a democracia sino tampoco es igual a universalismo ni, por tanto, a tolerancia (Kundnani, 2023) y recientemente se ha reelaborado para dar cuenta de las nuevas formas que adopta ese capitalismo racializado (Bhattacharyya, 2018) y como se construye comunicativamente (Forkert, Bhattacharyya, Oliveri, & Graham, 2020).
En la expansión hacia el este de la Unión Europea, se encontraron de modo no declarado esas dos almas: se trataba de realizar la misión de la Ilustración y “civilizar” a la Europa del Este. La dimensión imperial y el racismo subyacente en este planteamiento, se ocultaba bajo la retórica de llevar a esas “tierras bárbaras” los tres tipos de derechos cívicos. Promesa que más bien ha sido en poco realizada en lo que concierne a los derechos del tercer tipo, los derechos económicos y sociales. Pero el fracaso ha sido fácilmente ocultado bajo la emigración masiva desde esos territorios hacia la Europa más occidental, contribuyendo a sostener, el boom económico, particularmente en Alemania. Dada la blancura de los desplazados, la creación de guetos de pobreza y marginación ha podido ser en gran parte ocultada en Alemania, a diferencia de Francia, donde color y religión han hecho “inasimilables” a los que están aquí porque estaban allí, en Argelia y el resto de la FranAfrique o incluso de UK, donde ni siquiera se ha pretendido asimilarlos. El problema es que queda en Europa poco que absorber, aparte del avispero de los Balcanes.
Cuando el proyecto de expansión imperial de la UE se encuentra con la oposición violenta, del único país que realmente ganó la segunda guerra mundial en el campo de batalla, Rusia, no solamente ese proyecto imperial europeo muestra sus límites, sino que el modo como las oligarquías lo han abordado[5], ha desatado el potencial de vasallaje implícito en toda la construcción imperial. De ello nos ocupamos en otro lugar.
Lo que si podemos decir ahora es que azuzar conflictos territoriales menores en otros territorios, como están haciendo en el Cáucaso sur con Armenia y Azerbaiyán tendrá poco recorrido. Las fantasías imperiales respecto a Turquía y el Cáucaso no son más que fantasías, que ni siquiera encajan en el “paradigma” civilizatorio. Las presiones a los países de centro Asia cuya economía es completamente dependiente de China y Rusia, no tendrán otro éxito que el de provocar inestabilidad. El renacido sueño colonial nazi, respecto a Ucrania ha chocado con la determinación rusa de impedirlo. Y absorber inmigrantes del otro lado del Mediterráneo no encaja en las definiciones de blanco ni cristiano. Y el paradigma universalista de los derechos cívicos, no puede sustituirlo.
Dada la tasa de natalidad, incapaz de mantener la población, solo queda una solución: forzar a las mujeres blancas a tener más hijos, un mínimo de tres y a poder ser más. ¿Ha dicho usted forzar? El feminismo hace eso imposible. Demos entonces el rodeo por la familia, los valores familiares. ¿Qué familia? ¿La familia nuclear con papá y mamá? ¿O ninguna familia como sostienen algunos radicales? Todos estos fantasmas asaltan a la civilizada Europa Atlántica. Pero no son los únicos. Y requieren un análisis en detalle del que nos ocuparemos en otro lugar.
¿Futuro? ¿Qué futuro?
El grupo de los 12
Precediendo la reunión de Granada, en octubre 2023, de un fantasma, La Communauté politique européenne, fantasma creado a petición de Macron, (que se suma a otros que llevan vidas espectrales, pese a la larga nómina de bienpagados que acumulan, como el Consejo de Europa y la OSCE), Macron y Scholz se inventaron un grupo, el de los 12 para dictaminar sobre la oportunidad, conveniencia y poder salvífico de la expansión de la UE.
El número de 12 seguramente responde a las resonancias de la docena como antiguo método de contar, una docena de huevos. Por supuesto esos expertos son independientes, como los huevos una vez que salieron de la gallina, es decir, fueron seleccionados por sorteo entre los miles de expertos que tendrían algo fundamentado que decir sobre el particular. Falso, fueron nombrados por las dos citadas lumbreras. Y en realidad no eran 12 sino 13, el número 13 es el Corvus Corax, es decir, la ideología imperial, oculta bajo la misión civilizadora de la UE, que los une a todos ellos. Es conocido que el Corvux es uno de los animales con más memoria, más astutos e inteligentes que habitan la tierra y extensos son los territorios que ha colonizado.
Y esa memoria es también la de la ideología colonial, disimulada como misión civilizadora: la presidenta de la Comisión, que como hemos señado en otro sitio, es beneficiaria familiar directa de fortunas esclavistas, lo expresa con la ingenuidad de la mamá: el país x ha hecho los deberes, buen nene; el país y no ha hecho los deberes, mal nene.
Hay que recordar que la ideología colonial nunca abandonó a las dos “potencias” europeas occidentales. Tanto Alemania, como sobre todo Francia, se han seguido involucrando en guerra coloniales después de la segunda guerra mundial. Alemania más recientemente, i.e. Yugoeslavia, Afganistán, pero Francia es el estado que, después de USA, se ha visto involucrado en más guerras, todas ellas lejos de sus fronteras y todas de corte colonial (Goya, 2022). Incluso con la presente v república se han visto involucrados directamente (indirectamente en varias más) en no menos de 22 guerras[6]. Vale recordar, como contraste imperial, que desde la segunda guerra mundial Rusia se ha visto involucrada en cinco guerras, todas en sus fronteras. Por supuesto en el discurso oficial de las civilizadas élites de la Europa occidental, las guerras de la France como las de USA no son coloniales, son por los derechos humanos. Qué derechos y a que humanidad refieran es una pregunta que solamente hacen los estúpidos. Y hay que recordar que estos, los estúpidos, no forman parte de la UE, ni siquiera en el parlamento europeo.
Ese cuento de hadas es el que algunos tratan de promover, intentando convencernos de la UE destila lo mejor de todos los regímenes políticos, a saber, el principio popular, gobierno por el pueblo, -parlamento-, el principio aristocrático, gobierno por los mejores -burocracia de la UE- y el principio monárquico -el Banco Central Europeo-.
La asimilación entre principio monárquico y BCE puede resultar algo chocante, salvo si se repara en que la lógica del capital financiero, es la nueva divina providencia.
Sobre la burocracia comunitaria como gobierno de los mejores, solo hay que citar dos ejemplos. El primero, que conocí muy de primera mano, es como promovieron un programa para subvencionar las lámparas fluorescentes compactas (LFCs) con el argumento de su mayor eficiencia energética y por tanto menor contribución a la contaminación, hasta que se demostró la falsedad de la suma; veremos repetida la jugada con la moderna electrificación. El segundo, de flagrante actualidad, dados los precios del aceite de oliva en 2023, que también conocí directamente: no hace mucho tiempo y durante varios años, la UE subvencionó el arranque de olivos, un árbol que necesita decenas de años para prosperar en secano, y subvencionó la plantación de olivos de regadío, que no tiene nada de malo, salvo que donde se han plantado no hay agua suficiente para los humanos y los olivos. Ciertamente es más productivo que se vayan los humanos y se queden los olivos: los olivos dan olivas, los humanos problemas. Esta es la burocracia que encarna el principio ilustrado; de ahí que algunos de sus burócratas hayan pretendido que la “grandeur” de la UE es su poder regulatorio. La mala noticia es que con ese poder no se ganan guerras definidas en el estricto sencillo de conflictos cinéticos.
Por eso no resulta extraño que el citado grupo de los 12+1[7], pese a su prolífica verborrea, resuelve todos los problemas internos de la UE con el socorrido “respeto al estado de derecho” (cual sea el derecho a respetar es irrelevante, porque todo el mundo sabe cuál es, el que hacemos nosotros, potencia reguladora) y la expansión de sus fronteras -principio imperial donde los haya-. Acostumbro a recordar cuando me cuentan eso de que solo integramos porque llaman a la puerta, que la incorporación, pongamos por caso, de Georgia al imperio de los zares, también se produce a petición de las élites locales, buscando protección cristiana ante el brutal musulmán turco o que las élites nacionalistas de Leópolis, cuando se llamaba Lemberg, enviaron delegación a Moscú rogando protección al zar de todas las Rusias, contra la asimilación forzosa a lo germano.
El otro problema es que fuera del proyecto imperial atlántico, hace mucho frio, como ha mostrado el Brexit. De modo que ahora que, en la gran cuna de la democracia liberal, UK, los techos y pisos de miles de colegios y hospitales se caen por el uso, durante decenios, de hormigón defectuoso (menos de 30 años de vida frente a los aprox. 100 del convencional) y los recortes presupuestarios -austeridad lo llaman- promovidos por las élites hacen que los ayuntamientos, entre otros el de Birmingham, entren en quiebra, no sé qué versión de los Peaky Blinders veremos, y si en lugar de Red Right Hand, necesitaremos otra banda sonora y si esta vez, ya sin Churchill, ganará en esa cabeza de puente del imperio atlántico, un versión fascista modernizada, a partir de la que fracasó hace un siglo.
Entonces y tal vez solo entonces, incluso la gente que ya asume que no tiene nada que perder, entenderá que perderá lo único que le quedaba, su propia persona. Y los demás, los que tienen algo, poco, que perder, entenderán que está en juego ese poco y todo lo demás. Incluso esas llamadas clases medias, tal vez despierten del sueño de la abundancia.
La Europa de los Manifiestos
Y es que tantos esfuerzos no pueden ocultar que el resultado al que asistimos en la UE es el que se deriva de un gobierno puramente oligárquico.
Por eso incluso la burocracia de la UE, hemos dicho más arriba, los mejores, según definición propia, se ve en la obligación de elaborar y publicar manifiestos, precisamente porque se acercan las elecciones al parlamento europeo:
https://cepr.org/voxeu/columns/european-union-time-new-cold-war-manifesto.
Una curiosidad menor, aunque llamativa, resultado de la ordenación alfabética, es que el primer firmante resulta ser un nacional español, con apellido de origen árabe, que nunca ganó unas elecciones.
Una característica de todos los manifiestos es que, melancólicamente, olvidan la contundente afirmación de Hobbes “there is no finis ultimis (…) nor summum bonum” y pretenden simular que sí, que Hobbes estaba equivocado. El lenguaje burocrático no conoce el principio de no contradicción de modo que puede reclamar dinero para algo -Ucrania- que no le pertenece y previsiblemente no le pertenecerá. Nada nuevo, no hace mucho hicieron lo mismo con Siria.
Las burocracias solo son imaginativas en pedir más poder para sí mismas, y este manifiesto no es una excepción. Todo menos abordar la insostenible naturaleza oligárquica del proyecto imperial de la UE.
¿Y qué hay de lo mío, pregunta el vaquero holandés, el chaleco amarillo francés, el hortelano del valle del Poo, la joven cajera de Bucarest, el fantasma de la España vaciada y otros muchos espectros que vuelan en las noches europeas, … ? Los espectros no pueden reclamar nada y desde luego no les dejaremos que atormenten nuestras almas, entre otras cosas porque no tenemos de eso: ¡somos la burocracia!.
Notas
[1] https://quod.lib.umich.edu/e/eebo/A00947.0001.001?view=toc
[2] El liberalismo, en sus mismos orígenes, lleva el pecado de la justificación de la esclavitud, bajo la defensa de la propiedad privada de esclavos. Los propagandistas actuales con frecuencia son ellos mismos esclavos de sus prejuicios. En este último sentido, entre otros, usamos este neologismo.
[3] https://www.politico.eu/article/europe-creation-project-myth-history-nation-state/
[4] https://www.euractiv.com/section/politics/opinion/how-to-break-the-taboo-about-eu-funding-and-the-rule-of-law/
[5] https://ecfr.eu/podcasts/episode/the-us-europe-and-the-art-of-vassalisation/
[6] https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_wars_involving_France
[7] https://www.diplomatie.gouv.fr/fr/politique-etrangere-de-la-france/la-france-et-l-europe/evenements-et-actualites-lies-a-la-politique-europeenne-de-la-france/actualites-europeennes/article/rapport-du-groupe-independant-d-experts-franco-allemands-sur-les-reformes-de-l?var_mode=calcul
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