CONTRA LA DECADENCIA DE LA POLÍTICA

De Marco Aurelio a Salvini, del general VVashington al mentiroso Trump, de Nobel al actual primer ministro noruego Jonas Gahr Stor, de los millones de venezolanos que apoyan en el interior a Nicolás Maduro y su revolución a los millonarios en el exilio que piden que los extranjeros invadan su patria… y entre toda esta decadencia una operativa de la CIA, María Corina Machado, recibe el Nobel de la Paz por ser el agente antagónico perfecto a todo lo que es pacifismo, democracia, solidaridad y humana y apoyo de las gentes más pobres y humildes de su patria.

Lo de Noruega es una vergüenza pública, un escupir sobre la figura de Alfred Nobel, un manchón histórico al que ya nos tiene acostumbrados la hipocresía y el cinismo de los neoliberales para justificar el acoso, la deshumanización de los líderes obreros y populares y las ofensivas violentas contra los Estados soberanos y los trabajadores.

Es pura decadencia humana, ética, basura mediática y dinero mucho dinero para hacer posible la escenografía y dar credibilidad a los actores que justifiquen ante la opinión pública el vuelco a cualquier atisbo de derechos sociales que aún queden en las poblaciones humanas de cualquier parte.

Ayer en Oslo hubo una manifestación contra el otorgamiento de este premio a María Corina Machado pero la cobertura periodística fue nula porque en estás «democracias liberales» la consigna es que lo que no interesa a las grandes empresas sencillamente no existe, se silencia.

No son liberales, son vampíros que viven de la explotación de la sangre humana que corre por las arterias de los pobres. Son canalla cínica y farsante, ladrones de la Humanidad entera.

La democracia es «Demos cracia», poder del pueblo en su significado etimológico, pero ellos con su enorme soberbia y dogmatismo la rebautizan como «democracia liberal», porque si no es liberal en el sentido economicísta del mercado libre, del capitalismo puro, del poder de las élites poderosas, pueden así acusar a los pueblos de no ser demócratas. Es decadente. Son como zorras que asaltan el gallinero y no sólo roban los huevos, si es necesario matan a las gallinas.

Así los libertarios ya no son personas como Bakunin, Kropotkin, los anarquistas que querían acabar con las clases sociales para que naciera una sociedad sin ricos ni pobres, sin propiedad privada que pudiera esclavizar a otros semejantes y sin Estados, ni fronteras; las libertadoras ya no son esas mujeres ejemplares como Louis de Mitchell , anarquista y madre del feminismo, que vivió en primera persona y , por eso, escribió «Memorias de la Comuna» (la heróica , la de 1871 en París).

El término «libertario» ha sido cooptado por la derecha para referirse al anarcocapitalismo, que defiende el libre mercado radical y la propiedad privada, generando confusión terminológica y un debate sobre si los segundos son realmente anarquistas o simplemente liberales radicales.

Los «libertarios» de ahora son esa pandilla de usurpadores con mucho poder, gentes sin solidez filosófica propia al estilo de Javier Milei, son todo ese detritus orgánico, esa escoria heredera de un abyecto al que adoran, Fiedrich Hayeck, padre de los neoliberales, ese impresentable que llegó a afirmar que para preservar la «libertad» (la de mercado) eran necesarios hombres como Augusto Pinochet; son herederos de la basura ideológica de Leo Strauss y Donald Kagan , padres de los neoconservadores y autores de conceptos como el de las «guerras por encargo» para mantener el imperio anglosajón arriba;de los Milton y David Friedman, de la escuela de economistas de Chicago; son enemigos del capitalismo social de mercado o de las tesis social liberales de Keynes ó de John Stuart Miller que preconizaba «la felicidad para el mayor número de personas»; son esas misma gente, los delincuentes con dinero, que os quieren dejar sin medicina gratuita, sin universidades gratuitas, sin educación gratuita, sin ayudas a la discapacitación, contra la exclusión social, sin jubilaciones, ni pensiones… son los herederos de ese mal nacido de Bonaparte III que orddenó fusilar a 33.000 parisínos en 1871, por ser miembros de la Comuna de París y pedir a los obreros del mundo que materializaran el sueño de un mundo dónde en lugar de ricos y reyes reinara la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad (valores en los que personalmente creo y defiendo , en la medida de mis posiblidades, de forma ferviente ).

Son incapaces de proponer algo nuevo, si reflexionamos sobre sus propuestas , no son otra cosa que la obsesión por volver a las viejas fórmulas que hacen posible la sumisión absoluta del pobre ante la exigencia e intereses del rico.

Son decadentes nuestros gobernantes en la U.E pues son una pandilla de débiles incapaces de hacer valer nuestros principios humanos y humanitarios y haberse arrugado ante una élite financiera tan inculta como rica y foránea a esta Europa que nos ha parido ó acogido (igual de válido) y en la que vivimos.

Es decadente y tristísimo asistir al teatrito de la mediocridad para justificar en nombre de la «libertad» y los derechos humanos la forma en que se ensalzan a tiranos como Zelenski y a cipallas como Corina Machado, asistir a ver , en hora de máxima audiencia, como se les premia, rinde homenajes y hasta se les infla a millones. Cuando el camino es otro, recordar el legado de nuestros antepasados como especie humana y dar un giro de ciento ochenta grados, primero recuperando el significado etimológico de las palabras, sin reivindicación del diccionario no hay insurrección posible contra los tiranos. Y estos que gobiernan el mundo detrás de las corporaciones y sentados en los despachos de los imperios son tiranos. Son tiranos todos los que pretenden imponer unas leyes, medidas o ejercer actos y hechos contra los derechos y las libertades de sus pueblos sin haber contado antes con la legitimación necesaria de haber realizado las propuestas de sus acciones al refrendo de las urnas y las aplican a través de seguir el ideario de hechos consumados de agendas ocultas: estos son conducir a sus pueblos hacia una guerra provocada por estos mismos gobernantes, robar al pueblo sus derechos sociales  adquiridos, su nivel de vida, sus derechos a la libertad de expresarse, reunirse y organizarse y, por supuesto, a avanzar en la conquista de la felicidad de sus naciones.

Recordaré aquí el derecho a la Rebelión expresado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: Su preámbulo menciona la rebelión como último recurso «contra la tiranía y la opresión», para proteger la dignidad humana. 

Pensadores como John Locke argumentaron que el gobierno se basa en el consentimiento del pueblo, y si el gobernante se convierte en tirano, el pueblo tiene derecho a restaurar el orden.

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1793): Considera la insurrección «el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes» cuando el gobierno viola los derechos del pueblo (Artículo 35).

Es tal el despropósito global de estos neoliberales y sus subvencionadas franquicías fascistas y nazís en toda Europa y el mundo, incluyo a Trumpistas de Maga, Afd, Vox , FN y muchos otros que a través de las malas artes de las cizañas y los bulos pretenden alzarse con el poder para desmontar todos los derechos alcanzados por las grandes poblaciones humanas que es tan preciso como urgente llamar a actuar a los pueblos en su autodefensa: En primer lugar aprobando leyes dónde la difamación y los bulos no sean impunes, dónde los delitos de odio sean severamente castigados ó los intentos de los gobiernos de privatizar las propiedades del pueblo, sean empresas, terrenos o bienes raíces sean prohibidas a través del blindaje de leyes aprobadas desde los poderes legislativos.

A esta ola reaccionaria, mentirosa, golpista, autoritaria sólo se la combate con el reagrupamiento de fuerzas. Es preciso hacer más fuerte a los Estados en deterioro de la ley depredadora de la selva del mercado incontrolado. Restringir la libertad internacional del movimiento de capitales para frenar tsunamís de inversiones de unos sitios a otros, que es el arma que utilizan para hacer dumping con los salarios, con las inversiones masivas y especuladoras en los sectores de la vivienda, en las cadenas de suministro de víveres, de tecnología, de medios de comunicación … Si no se cambia esta dirección por la que los poderosos conducen al mundo estos déspotas nos conducirán no ya a los albores de la revolución industrial sino a la restauración del mismo sistema feudal dónde ese 1% de ricos será la nueva aristocracia autoritaria.

Frente a esta metástasis tumoral y mortal la medicación es la misma: nacionalizaciones, expropiaciones, soberanía pues la autocracia es necesaria cuando se trata de acabar con una pandemia.

Nuestros gobernantes de la U.E han traicionado a los pueblos de la U.E y su mayor traición es no haber denunciado nuestra conversión de democracias a «democracias liberales en calidad de colonias del mundo anglosajón», haber permitido la venta de toda Europa a capitales extranjeros aunque esto significara la pérdida de nivel de vida real de sus conciudadanos, de sus libertades y al derecho de vivir prósperamente y en paz. Nuestros gobernantes son colaboradores activos de conducir a nuestros semejantes a una guerra colonial , provocada por ellos mismos contra Rusia y todo por un territorio que siempre fue Rusia.

Las enciclopedias están al alcance de cualquiera, no tengo necesidad de polemizar ,ni quiero, con ignorantes que hablan por lo que oyen sin más, ni con gente malintencionada que miente por sistema. Insisto las materias de cultura general, hoy por hoy, hasta que también nos las roben, están al alcance universal.

Pero la decadencia, lo decadente, sólo es posible superarlo y vencerlo con valores y si para preservar esos valores de la Humanidad que nos fueron legados por nuestros antepasados es necesario recuperar las armas dialécticas y organizativas de lo que entendemos como Resistencia habrá que hacerlo. Curiosos tiempos en que «Revolución», que significa construir, avanzar, progreso, es utilizada por estos decadentes como «Revolución Conservadora» (es que se apropian de todo pero lo peor es permitirles que se apropien de los diccionarios, de la historia de las ideas, que den la vuelta a los significados de los términos).

Muchos se preguntan porque el fascismo y el nazismo se ha vuelto una moda que cada vez abrazan más jóvenes en los años veinte de este siglo XXI, pues la respuesta es simple: porque se han apropiado del diccionario para utilizar términos a los que en plena disforia etimológica pervierten hasta darles el significado contrario, están ganando la batalla del relato gracias al secuestro de los diccionarios y al control de la tecnología y de las redes sociales. Son discipulos de Goebels: «una mentira repetida un millón de veces se hace verdad». Es por esto que es tan importante la batalla por la Cultura y la batalla de los artistas. Si hay algo que ha sido ininterrumpidamente transformador y revolucionario ha sido y seguirá siendo, eso a lo que ellos tienen tanto miedo: el arte.

No hay Arte decadente, como gustaba llamar a los nazis a todo aquello que en la cultura les molestaba, lo que hay son una élites de ricachones con infinito poder y arrogancia que convierten en decadente todo cuánto tocan.

Así ya Platón trató el tema de la tiranía y del derecho del pueblo a defenderse contra el tirano y la injusticia. En palabras de, alguien que siempre he considerado y consideraré «Hermano» por su compromiso filosófico altruista, Thomas Jefferson: 

Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad.

(Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776).