El intelectual orgánico piensa por ti

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Una de las experiencias más extrañas, desde el punto de vista intelectual, en esta tercera década del siglo XXI, visto el mundo desde Europa, es la aparente incapacidad europea de imaginar un mundo no ya diferente, sino incluso distinto del que se dicta desde Washington, por muy delirantes que las instrucciones resulten, i.e. induciendo al suicidio colectivo, y muy contrarias a los intereses de las gentes del común. Como se recordará Marc Bloch, mostro asombro, quizás en algo similar al que me asalta, ante la incapacidad del alto mando francés para defender Francia frente a los nazis (Bloch, 1940). Pareciera que ese alto mando y todas las élites parisinas, incluidas las intelectuales de las altas escuelas militares y políticas, o eran traidores o se comportaron como tales o ambas cosas. E incluso si había entre ellos algunos que eran genuinos defensores de la libertad, pareciera que estaban preparados para lidiar una guerra anterior, no la que estaban librando. El esfuerzo posterior para crear una supuesta Francia, que ellos lideraban, completamente volcada con la resistencia antinazi, ha sido una operación sostenida en el tiempo para ocultar esa realidad.

Es inevitable establecer el paralelismo, no ya solo en Francia, sino en toda la UE, con la actitud servil de las elites europeas ante la deriva imperial en la guerra en Ucrania: a las órdenes de lo que venga de Washington, librando una guerra del pasado, de la guerra fría, que no podía suceder, y que no pueden ganar. Una guerra, como las de la guerra fría, enmarcada como “guerra por la libertad” [1].

Cuando uno piensa en “intelectual orgánico” lo primero que le viene a la cabeza es un tipo con larga barba, o quizás sin ella, sentado en un despacho, más o menos lujoso, produciendo ideología en varios formatos, unos largos y otros cortos, pero no tan cortos como un tuit. Pero ese no es un intelectual orgánico, es una caricatura. El intelectual orgánico es colectivo, está compuesto por todos aquéllos que forman parte del “deep lobying”, incluso aunque no lo sepan. Un simple acto de autocensura, y quien esté libre que tire la primera piedra, aumenta el tamaño, densidad y peso del intelectual orgánico. El discurso del intelectual orgánico será claro en lo esencial y algo confuso y contradictorio en lo secundario, de modo tal que parezca pluralista. El último prototipo de ese intelectual orgánico es Foucault, del que deriva el más impotente de todos los paradigmas en ciencias sociales, el micropoder: el micropoder está por todas partes; sea la sociedad que sea, estemos en el mundo en el que estemos, el micropoder es inescapable. El sueño de la libertad es eso, un sueño. La administración de los cuerpos es el lugar preferente donde buscar ese poder. Como si la administración de los cuerpos no estuviera en la esclavitud y en el “salarium” romano. Es cierto que la aparición y generalización, primero de la cárcel y el psiquiátrico, y después de las técnicas mercadotecnia y la “farmacología del alma”, suponen un paso nuevo en el control de los cuerpos, represión dolora, seducción y represión indolora, respectivamente. Punto, porque la pretensión de que el Poder, con mayúsculas, el Poder duro sobre los cuerpos, ha mutado, se ha vuelto magnánimo, solo se ejerce por la seducción, es rigurosamente falsa. Tan falsa que hasta la mínima disidencia no se deja sin castigo. Y no solo es la cárcel y el psiquiátrico: es la destrucción de la vida civil. Mantente en silencio si no quieres ser destruido; repite el mantra si quieres progresar.  Después llegó el feminismo y elevó las negociaciones sexuales a categoría definitoria del mundo, como si esas negociaciones no hubieran existido siempre. Al parecer las hembras han sido sujetos meramente pasivos, sin agencia, angelicales, con cuerpos que nunca han sido suyos, siempre han sido de los machos, en cualquier otro lugar y momento, distinto del presente del imperio occidental. Y a partir de ahí, ya no conseguimos salir del identitarismo. Hasta que incluso esa deriva ha sido percibida como una amenaza al Poder duro y ha comenzado a ser atacada. No cabe el progreso, por razones ontológicas, en las negociaciones sexuales. Y eso no supone negar, en absoluto, que las relaciones sexuales, las mediadas directamente por dinero (putas) y las mediadas indirectamente por dinero -todas las demás- están atravesadas por “micro poderes” y, no menos, por relaciones de clase, por más que la identificación de estas en cada movimiento resulte confusa (Ekman, 2015), como corresponde al intelectual orgánico moderno.

Lo único excluido es la alternativa al desorden, lo único prohibido es la imaginación de un orden diferente. Es más fácil imaginar una alternativa al supuesto orden propio de “autócratas”, individuales o colectivos, dictadores a cuyo empaquetado el intelectual orgánico imperial se aplica con fruición, que al pluralista desorden de la libertad en la que supuestamente vivimos en los jardines imperiales, incluso aunque sea como atareadas hormigas o perezosas lagartijas.

  1. Las cunas de los liberalilotas.

Haber vivido tanto tiempo en esos jardines donde se solazan estos guerreros y guerreras que ofician de intelectuales orgánicos, bastante menos apetecible por cierto que el paraíso del Señor de la Montaña, los ha llevado a una flagrante falta de imaginación. La falta de imaginación asola a la intelectualidad europea. No parecen capaces de comprender el mundo en el que viven y se esfuerzan en ver si pueden aplicar la horma de un zapato antiguo a un pie nuevo. Le dan vueltas y más vueltas al fascismo. Le dan vueltas y más vueltas a su viejo concepto de totalitarismo. Minusvaloran, o directamente desconocen textos[2], que hace miles de años analizaron mejor el mundo de lo que puede hacer con su curricula[3] a lo Oxford o Cambridge, historia/economía/filosofía. Giran sobre si mismos con la rusofobia[4]. Al parecer lo saben todo sobre China y, al igual que en Ucrania se alinean con la OTAN, se alinean con Taiwán, es decir, con el imperio USA. Mezclan patriarcado, feminismo, capitalismo, populismo, democracia, ecología, descolonización, teoría crítica, y no sé cuántos términos más.

No saben chino, pero son capaces de definir cuáles son los objetivos de los chinos, a saber, dominar el mundo, asunto del cual estos no se han ocupado en más de 2.200 años, después de la unificación Quin, ni por supuesto tampoco antes, durante el período de los “reinos combatientes”. Solo es necesario proyectar sobre el otro, las propias ambiciones (Colby, 2021), por más que estas sean imposibles. Aunque después de la dilapidación de Auschwitz, resulte poco convincente el argumento, la misma pasión de dominación atribuían los nazis, entre ellos los criados en Ucrania (i.e. el abuelo de Chrystia Freeland[5], ese dechado de virtudes liberales canadienses), a cada judío que mataban, por más dura, modesta, humilde y digna que hubiera sido su vida de judío pobre.

El patriarcado lo usan con fruición contra propios y aún más contra extraños, especialmente contra el gran otro, el musulmán. E ignoran datos relevantes, que por tanto no deben ser explicados, i.e. por qué 2/3 de los divorcios, o quizás más, son iniciados por hembras y cuál es la relación entre el patriarcado y la incapacidad de las sociedades occidentales para reproducirse. Es sorprendente que la especie haya llegado hasta aquí, con tantas negaciones. Sí, ya sabemos que la familia es el medio fundamental de la reproducción de la desigualdad social. Una vez, en una supuesta tierra de promisión, hubo kibutzs (estuve a punto de irme a uno), pero ya no. La pregunta es entonces como puede organizarse una sociedad sin familias y sin nada en su lugar. De esto no se puede hablar. Pero si puede hablarse, especialmente contra los otros, todos los otros. Y no porque les preocupe que la desigualdad se transmite a través de la familia, sino porque lo que buscan es sumir a esos otros en el caos, eso sí, bajo la supuesta defensa de la libertad. El caos, los 1.000 estados combatientes con los que deliran apocalípticos en el centro del imperio, permite a sus patrones comprar barato. Aunque a veces, como ha pasado con algunas de las minas de litio en Ucrania, no sea un buen negocio. Pero no todo está perdido, quedan, de momento, no sabemos por cuanto tiempo, otras vetas por explotar (Lozhnikov, Pavlychenko, Shustov, & Dereviahina, 2024).

Hablan de feminismo como algo homogéneo -sin clases de por medio-, que se justifica por sí mismo, de donde se deduce, no feminista=moralmente malo. Aparte que algunas de las plumas más reconocidas son, o fueron, lesbianas, empezando por Simone de Beauvoir, y que gustaron de hacer pasar la muy legitima y encomiable “liberación de las lesbianas” por “liberación de las mujeres”, feminismo sin clase, es discurso de dominación. Esto se hace evidente cuando se estudia el uso imperial del feminismo, al hilo por ejemplo de la “guerra contra el terror”, continuada por la Corte Penal Internacional, que ha puesto en su lista de honores a un par de notorios talibanes precisamente por estas clases de ofensas (los genocidios implementados por los “nuestros” no acreditan una línea en esa lista de honores). E igualmente nos golpea cuando se atiende a las voces de las élites femeninas locales en colores distinto del blanco, i.e., marrón, negro, amarillo (Zakaria, 2021). Sin embargo, nada de esto ha servido para acabar con el puritanismo, que habría de dejar obsoletos los “escándalos sexuales”. En su construcción, en unos casos, se usan operativos femeninos para armar falsas acusaciones de violaciones (i.e. en Suecia contra Julián Assange); en otros, encuentros casuales y/o infidelidades que permiten a los “psycho doctors imperiales” cualificar a cualquiera como “sex addict”, al parecer una muy grave perversión psiquiátrica (i.e. los servicios secretos sionistas contra el exembajador Jean-Daniel Ruch[6]). La obsesión con el sexo sirve perfectamente a los objetivos de control de disidentes, probablemente como nunca antes. La pureza sexual, definida con criterios “feministas”, crece como arma en paralelo con la pureza judicial: las “hembras feministas” y/o los/as jueces/as reparten credenciales no solo de “buenas personas” sino de “personas confiables” para el desempeño de funciones públicas. Una vez que la capacidad de la iglesia romana de determinar las reputaciones ha sucumbido ahogada en la pederastia, otras y otros han ocupados prestos su lugar. ¿Resulta de ello una sociedad mejor, más segura, más saludable? Entre dudoso e imposible.

Su estrecha concepción de la libertad no les conduce a defender la completa, total, absoluta e incondicionada legalización de las drogas, toda vez con ella el imperio perdería una de sus armas favoritas, la lucha contra las drogas, lanzada a escala planetaria con la magnificación de los cárteles en las series y películas. Si la lucha por las drogas, que no contra, fuera finiquitada, los corruptos del centro del imperio perderían una de sus fuentes de ingresos más limpias (en varios sabores, entre los cuales no es menor el blanqueo) y los “foreign office officials”, departamento de estado, DEA, una de sus armas de corrupción y extorsión favoritas. Blanca, pero no invisible. Recuerda esta afirmación incontrovertible, querido intelectual orgánico: los cárteles no existen (Zavala, 2018), (Zavala, 2021). Existen substancias psicodélicas y gentes que trafican con ellas, porque hay gentes que quieren viajar sin salir de la cama y follar consigo mismos. Substancias que probablemente serían muy bien usadas para tratar dolencias mentales[7]. También hay petróleo en Venezuela, las más grandes del mundo, y las más adecuadas a las refinerías del norte. Si no hay cárteles, los inventaremos. Lucharemos contra el régimen y lo cambiaremos. Es la libertad brother, es la libertad, sister. Y todo es espontáneo. El “deep lobying” (https://tiempodetormentas.com/cultura/libros/la-rebelion-de-los-ricos/) es tanto más efectivo cuanto sus mensajes aparecen por “generación espontánea”, libertad creativa del yo del pueblo soberano, la rebelión de Atlas de Али́са Зино́вьевна Розенба́ум. Así ¿quién pudo dudar de que el video extraordinariamente viral sobre el Maidan “I am a ukranian” era un producto espontáneo, no un fake, obra de Ben Moses, asistido por el operativo Larry Daimond, ese pretoriano de la democracia?: “¡Good Morning Kiev!”.

Hablan de capitalismo, y lo toman como se lo venden: capitalismo = libre mercado. Y no saben que entre capitalismo y libre mercado la relación es puramente ideológica. Carecen de la experiencia empresarial para haberlo aprendido por sí mismos y/o de las lecturas necesarias para haberlo aprendido de segunda mano (i.e. con (Braudel, 1985).

Hablan de populismo sin investigar el origen de este término y los sentidos que ha adoptado en diferentes momentos, lo toman como se lo entregan, como algo malo, malo, malo. El pueblo, el gobierno del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo es malo. Y así homogenizan todos los extremos, excepto el extremo centro: los ricos, ricos, y los pobres, pobres. Equidad y distancia justa.

Hablan de democracia y la asimilan a la democracia liberal. Y en el mejor de los casos encuentran que la democracia griega, que no se parece en nada a su “democracia liberal”, no aplica al mundo moderno. Y además ignoran que las democracias estuvieron muchos más extendidas de lo que parecen recordar, pero hace tiempo que sabemos, por ejemplo, en la América precolombina. Para traer a la memoria la prevalencia de la democracia en esas tierras, aparte de atender a la nueva y creciente evidencia arqueológica que muestra lo que parece una disposición de las ciudades con formas que no evocan las de los imperios inca o maya, solo es necesario releer viejos textos de la época de la conquista. Con esas lecturas se comprende que precisamente esta fue facilitada porque los conquistadores españoles usaron a las democracias contra los imperios. Y no, no fue el resultado de nada de eso que ahora llaman “gran estrategia”. Releer en esta perspectiva, además de las cartas de relación de Hernán Cortes (Cortés, 2016), la historia de los indios de (Motolinía T. , 2015), (Motolinía F. T., 1964), la crónica de la Nueva España (de Salazar, 2008) permite atisbar cuantas mentiras se cuentan no solo en los manuales de historia precolombina, sino en todos los sesudos y muy frecuentes escritos del intelectual orgánico sobre la democracia. La paradoja es que quienes se dicen defensores de la “democracia” son precisamente los más antidemócratas de todos. Pero con sus relatos empañan los espejos.

Hablan de descolonización y la aplican a cualquier lugar, momento y circunstancia, sin apreciar cual reciente y cuan vigente está y sobre todo sin concluir que sus vidas, las que pueblan el centro del imperio, se asientan en un imperio colonial, solo que han exterminado a los habitantes que les precedieron. Y prefieren ignorar cuáles son los usos que de la descolonización se han venido haciendo y se hacen, particularmente para ocultar, una vez más, las luchas de clases en las segundas y terceras periferias. Y, sobre todo, para negar, como el imperio atlántico sigue apalancando sobre ese pasado para un nuevo tipo de colonialismo, democrático por supuesto.

El compendio de toda esta mezcla de “lugares comunes”, se hace con frecuencia pasar por teoría crítica. A esta se le adscriben nobles orígenes en la tierra de los teutones, particularmente en la llamada “escuela de Frankfurt”.  Y para que el pedigrí se nos imponga, es necesario que se nos haga olvidar que la mayor parte de los “propietarios” de esa escuela, fueron operativos de la inteligencia imperial atlántica y a todos les unía el anticomunismo. Y quienes no pasaron por ese tubo, fueron enviados a los márgenes, a la pobreza y, eventualmente, al suicidio. Otro de los imprescindibles, quizás el más imprescindible de todos es Foucault con su supuesto paradigma del “gobierno de la vida”. Al parecer el poder moderno se ejerce no en base a decidir sobre la vida o la muerte, sino sobre la vida que habremos de vivir. Como si esa decisión pudiera sostenerse en ausencia de poder para decidir la muerte (o su equivalente moderno, la cadena perpetua). No, eso no es posible. Si lo fuera ¡ya había proclamado la república, en la Puerta del Sol, subido en un Uber o similar! Foucault está muerto, dejad de invocarlo como talismán. Cuando oigo “teoría crítica” instintiva e irremediablemente, me pasa como al legionario desdentado[8]: echo mano a la pistola.

Incluso siguen hablando de soberanía de estados que no son más que circunscripciones administrativas imperiales. Unos se emplean en eso llamado “think thanks” atlánticos[9]. De ahí, por ejemplo, pasan a hacer carrera en las instituciones europeas e incluso los y las mandan a “representar” a la UE -vale decir al imperio atlántico- a terceros países, i.e. en Georgia, por citar un caso del que me he ocupado recientemente. Estos y estas, cuando consiguen colarse en la “nomenclatura de la UE”, alcanzan las mejores nóminas. Tienen su correlato en el mundo académico. De hecho, cuando se hacen mayores, alternan entre unos y otros sillones. Son la crema de la clase de los sátrapas imperiales. Se codean en “parties” varios, en absoluto declarados ni controlados bajo la pantalla llamada “legal lobbying”, por toda Europa, pero muy especialmente en Bruselas. Los flujos financieros que sustenta la relación circulan por el mundo, mientras nos hacen creer que el blanqueo está bajo control.

Una de las manifestaciones más perversas del intelectual orgánico es la que se oculta bajo el genérico “ecologista” y/o “verde·, y lo mismo saluda el “el coche eléctrico” que la OTAN. Esta es, en su discurso, una organización benéfica que se inventa enemigos para nosotros y nos ofrece contenerlos y/o eliminarlo, para lo cual, naturalmente hay que dejar de cuidar la boca y el estómago de las gentes para cuidar su alma amenazada. El caso más paradigmático es el partido verde alemán, completamente penetrado por el estado profundo, al cual sirve como marca blanca.  El segundo, el coche eléctrico, pese a asentarse en una tecnología poco eficiente, se nos impone con el argumento de que emite menos gases de efecto invernadero -lo cual está por demostrar, cuando se toma en consideración todo el ciclo de vida del producto- y lo intentan imponer -sea cual sea el precio al que se venda en el mercado, libre por supuesto-, sin dejarnos cuestionar  el inmenso efecto gentrificador que implica, toda vez que limita el acceso en transporte privado al centro de las ciudades a quién pueda pagarlo. La tierra no está enferma, otra cosa es que se caliente deprisa. Pero, sin duda, no lo suficiente para fundir las mentes de estos impostores.

Nos dicen, contra toda evidencia, que no existe la corrupción sistémica, solo algunos casos aislados (mientras negocian contratos de billones de € de dinero público por WhatsApp). Algunos de ellos, los más afortunados, se sientan antes o después de su paso por las satrapías, en sillones que les proporcionan los oligarcas (no, lo rusos no, los imperiales atlánticos). Y para todos los problemas tienen la misma solución: más Europa. Y en cada ciclo, añaden más y más problemas, i.e. las amenazas rusas, tan irreales como lo fueron submarinos soviéticos avistados en las costas suecas durante la guerra fría (Tunander, 2004) y lo silencian todo, ahora como hicieron entonces, cuando los soviéticos les dijeron, “húndanlos, no son nuestros”. Con esa amenaza fantasma generaron suficiente miedo, que llega hasta el momento presente, cuando por fin, han forzado la entrada de Suecia (y de paso Finlandia) en la OTAN. Y ahora van por Irlanda: romperán sus cables de comunicaciones transatlánticos, les dicen. No es suficiente con usar el Shannon Airport para vuelos de la muerte, necesitamos bases. Y por Groenlandia. Los imperios son insaciables. Una Europa Occidental, integrada en ese bodrio conocido como Unión Europea, en la cual el más grande y arrogante de sus estados miembros, Alemania, no llega siquiera a la categoría de república bananera, como acredita su “no gestión” del “asunto del gas”[10], es decir, la clave de la competitividad de su industria y el bienestar de su población.

Muchas de estas y estos llegaron a la edad adulta -es una manera de hablar- después de la caída del muro y se alimentaron de la ideología del fin de la historia, de modo que cuando hemos llegado al fin del fin de la historia, parecen haber olvidado todo lo importante, i.e. hay algo llamado destrucción mutua asegurada con bombas atómicas, se creen seguras y seguros en sus despachos de derivados del petróleo y sílice e invulnerables a la radioactividad. Son sonámbulos conscientes de serlo, pero se niegan a despertar. Parece que sus cerebros han sido poseídos por un parásito salido de algún laboratorio imperial. Caminan impasibles por las cornisas de la espiral y continúan andando en el vacío, como coyotes, cuando estas se acaban. Fanfarronean tanto sobre casi todo, que ni siquiera sordos y ciegos pueden creer una sola palabra de lo que dicen y todo lo que hacen empeora lo que había ayer. Lideres y lideresas de la nada.

Se inventan leyes, reglamentos, procedimientos con el trampantojo de combatir el tráfico de drogas (unas, pero no otras), estraperlo, fraude fiscal, corrupción, blanqueo etc., que solo sirven para estropear la vida a las gentes del común (¿cuántas veces has oído en los últimos cinco años decirte a un bobo bancario cuando te bloquea 10€ en la cuenta: “es la normativa de blanqueo de capitales”?), pero al tiempo mantienen intacta la libre circulación de moneda por el mundo. Y no, no son capitales todo lo que circula, ni es solo moneda de “origen ilícito”, gran parte es resultado de la compra de “activos” por el “bailout state” durante los últimos 15 años, incluidos disparates vinculados al cambio climático, i.e. el tráfico de los derechos de contaminación (Arfi, 2018), de modo que cuando han doblegado a los territorios en Europa occidental -Suiza, Chipre- y dado que solo los amigos del estado profundo pueden ir a Delaware o Centro América, los fondos fluyen hacia Asia, pasando especialmente por Dubai y Emiratos, los nuevos Eldorado. Y estos últimos se protegen cooperando selectivamente con el estado profundo, colaborando para atacar selectivamente a los enemigos del imperio. Y pretenden convencernos que gracias a ellos, nuestra vida es mejor, velan nuestros sueños, cortan el césped de nuestro jardín europeo.

El sometimiento de estas seudo elites europeas, resultado de la reducción sistemática de cabezas realizada durante décadas, sátrapas europeos, es tan vergonzoso, que uno no puede sino echar de menos a las élites de la postguerra, que, en situación mucho más difícil, fueron capaces de negociar con el “amigo americano”. Así, mientras dependían para su supervivencia y la de todo el imperio del plan Marshall, y una vez que el amigo americano se rebeló contra el déficit comercial que le había supuesto la “reconstrucción europea”, negociaron con inteligencia durante la ronda Kennedy en el GATT (McKenzie, 2020). Parecen haber olvidado, o hacernos creer que ha olvidado, que toda guerra comercial es una guerra de clases (Klein & Pettis, 2020) y que el corazón del imperio atlántico se construyó en sus primeras etapas precisamente sobre unos aranceles del 50% introducidos en la Tariff Act de 1890 bajo la presidencia de Mckinley, que estuvieron vigentes precisamente hasta la ronda Kennedy en 1948, cuando los niveles de industrialización y productividad, les aconsejaron inclinarse por el “free trade”. Curiosamente, personajes complejos como Kojève -que he citado en varias ocasiones a propósito de otros asuntos- o economistas como Prébisch, eran plenamente conscientes de ello. Parece que, en su fase final, el imperio atlántico, ante la pérdida de competitividad “vis a vis” China, quiere recuperar esa clase de políticas proteccionistas. Un “déjà vu” con el imperio británico. Por cierto, que este se garantizó al principio del siglo xx, el derecho preferente de compra de Groenlandia, en caso de que Dinamarca la pusiera en venta. Y ese derecho sigue “vigente” en 2025.

Después están los otros, los que se adscriben a escuelas de “teoría crítica” o algo parecido; se definen como los verdaderos intérpretes, i.e. de Gramsci. Saben poco de historia. Nada de economía. No demasiado de política, ni teórica ni práctica. Escriben unos para otros. Crean y destruyen ellos mismos Syrizas, Sumares; se cuelan en lugares que han creado otros y los destruyen antes que lleguen a ningún sitio, i.e.  Podemos. Hay incluso algunos, que se ubican en sitios insospechados, i.e. en Túnez, y siendo como son puros operativos de “inteligencia” imperial, versión sionista, se hacen pasar como referentes morales. Ellos, todos ellos, son la encarnación de modernas alternativas. Pero todos ellos son tributarios de las mismas ideas liberales. Nada más viejo que lo nuevo. Todo son viejas alternativas. Y no solo no cambian nada, sino que, como en plena guerra fría, reciben prebendas si tienen éxito en la destrucción de cualquier alternativa.

De todas estas tribus hace una buena descripción Sara Wagenknecht (Wagenknecht, 2024). No estoy del todo convencido de que el epíteto “la izquierda como estilo de vida” identifique correctamente la extraordinaria perversión de que gentes que parecen obsesionadas con el sexo[11], pretendan ocupar un espacio político con el sintagma “izquierda”. Gentes que han alimentado, hasta que las devore a sí mismas, el monstruo de la cultura “woke” (Neiman, 2024)[12], la cultura de la cancelación, particularmente despreciable cuando los sionistas la practican sobre los judíos que no lo son (son judíos, pero no sionistas) (Finkelsteins, 2015), cual Erisictones, Lamias de la Atlántida. Si fueran simplemente ouroboros, seres onánicos que no tocaran nuestra comida, nada nos preocuparía. Pero acaban entrando en nuestras huertas, en nuestros sembrados, en nuestras viñas y en nuestros prados. Y acaban dando soporte a los sionistas que no se contentan ya con cortar la hierba, quieren arrancarla de raíz, para que no crezca nunca más. Y nos fuerzan a tomar las palas para desecar el pantano.

Si recordamos Syriza y hacemos un balance, recordaremos que no fueron capaces de resistir la presión de una UE presidida entonces por un alcohólico, de un BCE presidido por “tecnócrata” llamado Draghi, el “nuevo” salvador sobre el papel de los informes, de Europa, y un FMI, dirigido por una francesa, Lagarde, que ha substituido al italiano en el BCE. De sillón en sillón. No fueron capaces de resistir la presión de una Alemania presuntuosa, que pretendía ser lo que no es, es decir, negar su condición de colonia de la primera periferia, con una canciller hija de un predicador y un ministro de finanzas tullido. Esos muchachos griegos, como pone de manifiesto la película de Costa-Gavras Comportarse como adultos, creían en Santa Claus.

Estudiar el fascismo es muy instructivo, especialmente como ejercicio de historia intelectual, cuando se trata de entender cómo se constituyó el intelectual orgánico, convenientemente soportado por la violencia escuadrista, con sus propias formas en cada territorio.   En el momento que empiezan a extraer lecciones para la acción política moderna, alejadas de esta realidad, la ausencia de imaginación y el desvarío se hacen evidentes. El estudio del fascismo es tanto más interesante cuanto se preste atención a quienes lo sufrieron y combatieron directamente, i.e. (Togliatti, 1977), (Togliatti, 2010), o lo sufrieron en sus próximos, i.e. el padre (Tasca, 1967). O menos directamente, toda vez que tuvieron opción al exilio (Polanyi, Soler, Sardà, & Costa, 2020). Todos los demás, no han superado, ni creo que superen nunca, el discurso de la guerra fría, en particular la idea de totalitarismo (creada y popularizada para homologar nazis, fascistas y la URSS), aunque a algunos, incluso mucho más tarde, esta relación les parezca obscura (Traverso, 2001), sobre todo, porque muchas de las llamadas izquierdas de entonces (particularmente la versión trotskista) hizo suya la idea. Ciertamente la lista de contribuyentes es larga[13]. El último aporte, con el que me topé por casualidad, es un judío francés (Halévy, 1990) del que se alimentaron operativos como Raymond Aron y Hanna Arendt (Arendt, 2011). Algunos, hoy más bien olvidados, apreciaron claramente las alianzas de clase en el nazismo (Sohn-Rethel, 1987), pero sus lecciones para el mundo moderno han sido olvidadas; al parecer, las clases (incluso las dominantes) han desaparecido.

Todas estas élites contemporáneas, subordinadas en diferentes grados, son parte de las diferentes facciones de los liberalilotas. Son el intelectual orgánico del imperio. Substraerse a la retórica de los liberalilotas, ni en este ni en otros asuntos, es sencillo. Cada día requiere hacer nuevos aprendizajes o mejores desaprendizajes. El esfuerzo es agotador y la tentación de retirarse fuerte. De algo estoy seguro: estas élites, ni las que están en el centro del imperio ni en las primeras periferias, pueden continuar dominando el mundo. La “défaite”, como titula (Todd, 2023) es inevitable. No estamos en una nueva versión de la decadencia. Estamos ante la derrota. El diagnóstico de sus causas es discutible y puede ser discutido. Dice Todd que todo se debe a las estructuras familiares y a la destrucción de la religión. No sé, más bien diría que todo esto se debe a la destrucción de las estructuras familiares, del sistema educativo y de los bienes públicos. Su argumento sobre la religión y la ética del trabajo, me parece víctima de la mixtificación weberiana. Necesita una revisión. El argumento sobre la relación en la religión protestante, el texto sagrado y la alfabetización, algunas de cuyas fuentes más recientes -especialmente las rusas, he citado en otro lugar-, me parecen más convincentes. Y sin duda son una de las claves del éxito de los epígonos de la otra religión del libro, la religión judía, donde se conmina, desde tiempos inmemoriales, a los varones, al menos a ellos, a aprender a leer para poder leer la Torá en la sinagoga. En un entorno rodeado de analfabetos, esa es una ventaja competitiva esencial, en ley, contabilidad de transacción y relato, todo lo cual está metonímicamente expresado en la letra de cambio.

  1. Los vivientes muertos o al revés

Mientras esto sucede, en ese imperio que no es, no puede ser y no será, una banda de perdedores, una “cabala” (me gusta la palabra inglesa “cabala”, sin acento, justamente para referirse a operativos del “intelligence state”), con todos los ingredientes -operativos militares, civiles, académicos, “consultores”, y otros más o menos indeseables, llamados a ejecutar sobre el terreno- puso en marcha un proyecto para hacer que los ucranianos étnicos, a cuyo frente (aparente) se encuentra un judío étnico, luchen hasta el último ucraniano eslavo, contra el vecino eslavo ruso.

Y digo que me gusta “cabala” porque el nombre del proyecto que pusieron en marcha, se llamó  “Project Alchemy”. Cábala, con acento, y alquimia, todo encaja en su británico mundo de fantasía, que no de ciencia ficción.  Y no, no estoy hablando de un complot en el siglo xvii, estamos en el xxi según la era cristiana https://thegrayzone.com/2024/11/16/uk-plot-keep-ukraine-fighting/  (Acceso: 2024/12/28). Aunque no es nada nuevo, me voy a permitir llamar la atención hacia tres de los operativos de esa “cabala” -a la búsqueda de una libras- procedentes del digno mundo académico de una pequeña isla que sigue manteniendo condecoraciones como “British Empire Medal” -BEM-, anteriormente llamado “British Empire Medal for Meritorious Service”. ¿Imperio, qué imperio? Esos tres operativos me han llamado la atención porque toda vez que escriben libros -y la lectura de libros es uno de mis sobrevivientes escasos vicios- me resultan familiares: Jonathan Boff, historiador militar en la vida civil, Frank Ledwidge, abogado asimilado, particularmente hábil en la manipulación de la Corte Penal Internacional, jugando con esas cosas llamadas “derechos humanos”, desde la guerra contra Yugoeslavia, Rob Johnson, que se declara experto en el musulmán guerrero. Incidentalmente me he cruzado con otro de los operativos que oficia como consultor y escribe sobre eso que tanto gusta algunos, y pocos saben lo que es, llamado “moral militar”. La relación entre la academia e “intelligence state” en el imperio británico, que no es, siempre ha sido estrecha y así se mantiene. Pero ya sin imperio, sirviendo al imperio de otros (Stevenson, 2023), es cada vez más patética, sobre todo, si tenemos en cuenta que la estatura media de niños en UK, y por tanto de los reclutas, está cayendo como consecuencia de las continuadas políticas de austeridad (por cierto, esta es una métrica a la que Todd presta insuficiente atención).

Y digo que es una “cabala” de perdedores, porque todas y cada una de sus predicciones han resultado falsas y todas y cada una de las operaciones que han inspirado -incluida una red de asesinos a lo Gladio, en el interior de Rusia- han resultado un fracaso. Y más pronto que tarde puede que tengan que pagar por ello. La Rusia de 2025 no es la Yugoeslavia de Milosevic. Ni se parece a otros cuantos de los lugares donde las huestes de las islas han intervenido desde entonces, en general con desastrosos resultados[14].  Pero todo eso es irrelevante, porque la isleña violencia de estado no requiere justificación alguna. Ni se le puede exigir responsabilidad alguna. Los operativos “Alchemy Project” parecen más bien un grupo de “nerds” haciendo un guion para “Goloborodko”. Verminosa es la isla. Grande la nave de los locos que surca las aguas del Atlántico. Imperio de oligarcas y sátrapas. Si alguien llevara al cine Victus: Barcelona 1714, tal vez el mundo podría ver reiteradamente la escena del Consell de Cent a la búsqueda del barco que enviaba, pero nunca llegó, la pérfida Albión. ¡Al menos el capitán Araña tenía un barco, aunque no se subiera él! ¿Hasta cuándo permaneceremos impasibles ante tanta estupidez? La respuesta corta es: no tengo ni idea, pues grande e insaciable es nuestro estómago.

  1. Monstruos, criaturas del pantano y larvas de la charca

Naturalmente en el centro del imperio están los monstruos del pantano, las caras visibles y menos visibles del imperio (i.e. Larry Fink, John Bogle, Jeff Bezos, Elon Musk, …), los tenientes delegados interinos en el estado de seguridad (Antony Blinken, Jake Sullivan, the Kagan Family Saga,  …) y las criaturas menores del pantano, los polígrafos (los Bret Stephens[15] y una larga lista de Pulitzer Prices, que llenan las páginas de las hojas dominicales imperiales, The New York Times, The Wall Street Journal,  The Washington Post…). Los primeros son hiper ricos, los segundos aspiran a serlo, a crecer para pasar del estatus de tenientes de la “gang”, de la “cabala” del pantano a monstruos de primer orden en retribución por los servicios prestados a los primeros. Y las pequeñas criaturas continúan chapoteando y chapoteando, justificando e induciendo lo que hacen los segundos al servicio de los primeros: cambios de régimen, asesinatos, extorsión, amenazas. Como se explica en (Wilson, 2011) (Wilson, 2016) la distinción entre el “security state” y una “cabala” es pura coincidencia. El único “nomos” de la tierra (Schmitt, 2003) es el imperial, siempre al servicio de los monstruos del pantano. El uso de la violencia física de un “gang”, de una “cabala”, solo puede ser neutralizado con el uso de una fuerza igual o mayor.

Previamente los llamados a sí mismos de izquierda, muy particularmente trotskistas de primera hora, habían venido preparando el terreno en el entorno de la defensa de los derechos humanos para justificar las intervenciones exteriores. Resultó que, como dijo algún operativo imperial, “la declaración de derechos humanos” de la ONU es “nuestra arma secreta” (afirmación atribuida al senador demócrata prosionista Daniel Patrick «Pat» Moynihan) ( (Gibbs, 2024). Y así gentes como Christopher Hitchens en su infame ensayo “Never Trust Imperialists. Especially When They Turn Pacifist” publicado el 2 de diciembre de 1993 en la Boston Review[16] o el no menos infame Why Bosnia? de Lawrence Lifschultz y Rabia Ali, publicado en marzo de 1994 en la Monthly Review (Lifschultz & Ali, 1994) contribuyeron a facilitar el paso de la justificación de la intervención imperial para el cambio de régimen desde el sintagma “lucha contra el comunismo” a la “defensa de los derechos humanos”, vale decir, “lucha contra las dictaduras” (pero solo las que no siguen las instrucciones imperiales). La interacción entre esos dos momentos puede apreciarse claramente en la intervención en Yugoeslavia (Gibbs, 2009). Desde entonces y hasta ahora el segundo sintagma se impuso (Gibbs, 2019). Falta por saber si la connivencia con el más televisado de todos los genocidios, el perpetrado por el estado sionista de Israel, tendrá algún efecto en el imperio atlántico, en el centro y en la primera periferia (Europa occidental). Es bastante evidente que si lo está teniendo en la segunda periferia. En la primera periferia son conocidas las habilidades de las personas sátrapas para sostener sin despeinarse (son adictas a un derivado del petróleo, la laca, que facilita mucho la representación) para hacer afirmaciones ontológicamente incompatibles y perseguir objetivos igualmente incompatibles (i.e. prescindir del gas ruso y pagar por el gas menos que USA o China, derecho a la defensa del estado sionista y exterminio, arrancar de raíz, no solo cortar el césped, de quienes tuvieron la mala suerte de haber nacido en el jardín seco -la metáfora seguramente la habrán tomado de un sátrapa que, dada su calvicie no necesitaba laca,  sobre un llamado “jardín europeo”; en los jardines se corta el césped).

En cualquier caso, lo que sí es evidente es la habilidad del imperio atlántico para explotar las contradicciones locales, a cualquier coste. Los resultados para las gentes del común suelen ser desastrosos, pero no es menos cierto, que algunas fracciones de las élites prosperan, al menos durante algún tiempo (i.e. Ucrania). Da igual si miras las memorias de Zbigniew Brzezinski (Brzezinski, 1983) sin dejarte confundir por el título, que más bien debería rezar “power yes, principle not”, que las andanzas contemporáneas alrededor de Ucrania y Taiwán. En este segundo caso, menos conocido por estos lares, se explota la división entre chinos que lucharon contra los japoneses y no son anticomunistas, chinos anticomunistas -cualquier alternativa es mejor que los comunistas, incluso aunque hayan luchado contra los japoneses-, y chinos-japoneses o asimilados, que prosperaron bajo el dominio imperial japones. Los dos últimos grupos aprecian la presencia próxima de los portaviones del imperio atlántico, portaviones que disuadieron a Mao de liquidar a Chiang Kai-shek. Y están dispuestos a todo para no ser expulsados del poder. Pero lo serán. Haré aquí, violentándome a mí mismo, una predicción: será en el futuro conflicto en el mar de la China, donde los portaviones imperiales serán hundidos y la proyección de poder del imperio atlántico llegará a su fin. Hay que recordar que el dominio holandés de la isla duró unos 30 años y el japones unos 50. El del imperio atlántico ya ha consumido ampliamente su ración de la pizza del tiempo.

  1. Crea el problema y la solución

La ciencia política académica se inventó el llamado populismo para poner en el mismo saco a un mix de posicionamientos heterogéneos de las derechas extremas -Bolsonaro en Brasil, Meloni en Italia, Orban en Hungría, las varias versiones de la derecha polaca, desde Ley y Justicia hasta Plataforma Cívica, …- y cierta “izquierda cabreada” -Podemos en España, Syriza en Grecia – posicionamientos que no tienen nada que ver, más allá de una genérica apelación al pueblo, apelación que ni es nueva ni diferencial. Así entretuvieron a no pocos incautos tratando de desmontar la argucia. Hace algún tiempo han virado hacia la definición de democracias iliberales, para salir del conundrum de situar la legitimidad democrática en las elecciones “libres”, y cuestionar a quienes, entre la derecha extrema, se muestran algo díscolos con el imperio (i.e. posiciones contrarias a prescindir del gas ruso y a las sanciones económicas) y de paso entretener a otros cuantos incautos en desmontar el vacío de la “democracia iliberal”.

Al parecer la inteligencia artificial, que es artificial pero no particularmente inteligente, lo que no quiere decir que no sea útil para producir el mal, es la última herramienta de solución a los problemas del mundo -incluido el calentamiento global, pese a la ingente cantidad de energía que consume- y la amenaza fundamental a la humanidad, toda vez que hace de los humanos redundantes. Y son redundantes por su propia naturaleza, porque resultan ser más estúpidos, costosos y lentos que el autómata. ¡Selección natural! Son más o menos los mismos, es decir la misma fuente US$, aunque los rostros sean diferentes, quienes crean la solución y la amenaza. Es por ello muy pertinente analizar este “buzzword” como una operación ideológica de dominio por el miedo, manejando magistralmente la ambigüedad del bien y el mal de la que es portadora esa criatura jánica, mitad dios, mitad diablo, llamada inteligencia artificial (Prévost, 2024). Futurismo, brutalismo (Mbembe, 2020), escuadrismo, ejércitos de autómatas controlando el mundo, masas desarmadas y famélicas en una larga travesía genocida por los desiertos intergalácticos, todo en píldoras cibernéticas.

Y estábamos en estas y llego Trump. Y hemos entrado en una realidad paralela. Se dice en algunos cuentos hadas rusos:

“Иди туда, не знаю куда.

Принеси то, не знаю что”.

De este tipo son las “instrucciones” de Trump, tan numerosas y contradictorias que parecieran responder al objetivo de crear confusión entre aquéllos que le presten atención a lo que dice. Yo no lo hago, por las mismas razones que nunca he seguido “reality shows”. Solo le presto atención a lo que hace, algo a las ordenes ejecutivas (sin prisa, porque igual que promulga anula), a los asesinatos por encargo del “inteligence state” (que empezarán pronto a proliferar) y, sobre todo, a los movimientos comprobados de tropas. Sigo literalmente un pocket book, cuyo autor no me está permitido revelar.

Este es el inevitable presente-futuro. Malas noticias para todos, salvo los monstruos del pantano.  Aun así, la desecación del pantano y de las charcas anejas donde crecen las larvas, está cerca y con ella la disecación de sus criaturas. ¡Recitemos con ella, con Ayn, las virtudes del egoísmo!

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Notas

[1] Algo parecido sucede ahora con la guerra en Ucrania, donde esas élites intelectuales francesas, no encuentran la manera de formular posiciones alternativas a la perseverancia en el error. Me llama particularmente la atención el desvarío de una joven revista, donde publican plumas jóvenes, llamada Le Grand Continent. Los autores que aquí escriben o se han saltado las lecciones relativas a la guerra fría o solo han seguido las que contaba Aron, de las que se excluía convenientemente.

[2] Por otra parte, el proceso de descubrimiento de esos textos es causal, incluso para quienes muestren la máxima apertura intelectual, porque no forman parte de los curricula universitarios en “ciencias políticas” en ninguna universidad imperial, ni antes ni después de Bolonia. La historia de las ideas políticas, incluso con las muchas distorsiones propias del muy erudito jesuita que fue mi profesor, no salían del “canon occidental”. Demasiada materia para una sola asignatura. A lo largo de los años, casi siempre por casualidad, he ido descubriendo algunos de esos textos fuera del canon, i. e. recientemente (Kautiliya, 2003), (Ho-Kouan-Teseu, 2008), (Kamandaki, 2021).

[3] Es bastante patética la reciente deriva de la Sciences Po francesas en esa estela británica y la todavía más pobre versión USA de “international relations”. Personalmente he sufrido, en trabajos pasados, a algunos “bachelor” y “master” imbuidos de las verdades morales absolutas que se aprenden en esos estudios.

[4] Y hacen el ridículo donde quiera que van, si van. Así una señora procedente de una dependencia administrativa del imperio, pero que oficia de “ministra de exteriores de la UE” pretende decir a unos sirios (terroristas hasta ayer, según la definición imperial), que bases militares caben en Siria y cuáles no. Y una alemana, “madame 360”, que oficia de ministra de una colonia -llena de bases imperiales- pretende decir lo mismo a los mismos. Esta última tuvo la osadía de visitar Damasco para que todos pudiéramos ver como un musulmán sunita, calificado hasta ayer como “corta cabezas”, se negaba a darle la mano y su tv oficial la difuminaba, como si no estuviera allí. Tal vez no estuvo. Y al mismo tiempo que eso sucede, Janet Louise Yellen, judia allende los mares, levanta las sanciones económicas imperiales contra el “nuevo régimen”. ¿Qué pensará el “Señor de la Montaña”? (Hodgson, 1980).

[5] https://breachmedia.ca/chrystia-freelands-denials-grandfather-complicit-nazi-genocide/ (Acceso : 2022/11/10).

[6] https://www.middleeasteye.net/news/israel-swiss-diplomat-lost-career-smears-private-life

(Acceso: 2025/01/15). Este autor, que nunca fue un outsider, acaba de descubrir cómo es en realidad el mundo -nunca es tarde, a mí también me tomó casi 6 décadas- y ha publicado un libro para compartirlo con nosotros (Ruch, 2024). No sé hasta qué punto los suizos son conscientes que su enorme riqueza es tributaria justamente de lo que ahora quieren abandonar: su neutralidad (aunque solo fuera aparente). Si lo olvidan del todo, siempre pueden volver a emplearse como soldados de fortuna, toda vez que no parece que los relojes, los sermones calvinistas, ni el chocolate den para mucho.

[7] Como nos proponen las gentes que promueven esta iniciativa https://www.psychedelicare.eu/ (Acceso: 2024/01/31)

[8] Dicen, no sé si es cierto, que, a ese legionario, sufría el mismo efecto reflejo cuando oía el nombre de José Rizal. Supongo que Muhammad Ibn ‘Abd al-Karim al-Khattabi le generaría un efecto reflejo similar. Tal vez sea por eso que la brillante academia peninsular ibérica ni siquiera ha sido capaz de traducir las memorias de este último. Rizal “cometió” el error de escribir en castellano y creerse que habría espacio para una “comunidad hispana con nativos filipino”. El líder de la cabila, fue más insolente, pues aparte de brillante caudillo militar, hizo escribir sus memorias en francés.

[9] Tienen poco de think -todo es producción de vulgar ideología- y los thanks, en los que se apoyan, arden con facilidad, como se ve en los campos de batalla.

[10] Una excelente puesta al día con el enfoque “following the money” en  https://www.nachdenkseiten.de/?p=126797 ;traducción al castellano en https://www.diario.red/articulo/internacional/quien-ha-beneficiado-atentado-gasoducto-aleman-nord-stream/20250107100450040819.html

[11] No gusto demasiado de citar a Freud, pero en términos freudianos pareciera que o estamos ante una perversión, una pobre práctica, o ambas.

[12] Por cierto, esta señora ha hecho gala de un cierto descuido, quizás recibió la orden “stay asleep”. Afirma en la introducción que la frase “stay woke” aparece en una canción de 1938 de Lead Belly titulada “Scottsboro Boys”. No es cierto (https://20thcenturyhistorysongbook.com/song-book/race-relations/the-scottsboro-boys/); aparece en la justificación de la canción que proporcionó el autor (https://theconversation.com/back-in-the-day-being-woke-meant-being-smart-215635).

[13] En otro lugar,(Nunez, 2025), me hice eco de la contribución de algunos de los que pasaron de la República de Weimar a engrosar las huestes del imperio.

[14] ¿Alguien recuerda el modo poco glorioso, como salió el British Army de Basora en la última guerra en Irak? Salió en la noche y con protección aérea de las Starship Troopers imperiales. Por cierto, esta película, fue financiada por la agencia por excelencia del “deep state”, la CIA, una de las, al menos, 17 operativas de las que tenemos noticia. Puede que haya más, pero es posible que ni siquiera el President de USA tenga noticia de ella.

[15] https://www.nytimes.com/es/2025/01/15/espanol/opinion/venezuela-nicolas-maduro.html Las larvas en la charca de la colonia ibérica, émulos patrios, copian lo que predican las criaturas del pantano imperial https://www.larazon.es/opinion/edmundo-hace-ridiculo_202501146785a2084f1fb700018816bc.html No han mejorado su estatura porque como venerables abuelitos, acudan a la taberna Garibaldi a disfrutar de su excelente comida, al tiempo que debaten sobre una España que se empeñaron siempre en hacerla  pequeña y mediocre.

[16] (https://www.bostonreview.net/articles/hitchens-never-trust-imperialists/) (Acceso: 2025/01/20.

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1 COMMENT

  1. […] En otro lugar dejé escrito que en relación a Trump no prestaba atención a la literalidad de las declaraciones del personaje, solo a sus órdenes ejecutivas (y no mucho porque podía cambiarlas tan rápido como sus declaraciones[7]), a los asesinatos que ordenara (y en marzo de 2025 ya ordenó en primero en suelo iraquí) y los movimientos de tropas (y en marzo de 2025 ya ordenó los primeros bombardeos sobre suelo yemení[8]). En esa lista me faltó tomar en consideración cuantas resoluciones judiciales no cumplirá, recordando a los jueces desafectos que ni tienen bolsa ni espada[9]. Cuando digo que no presto atención a la literalidad de sus declaraciones, no significa exactamente que las ignore, sino que las clasifico en (i) ocurrencias irrelevantes; (ii) amenazas fanfarronas para asustar a los oponentes; (iii) mentiras deliberadas para distraer a los enemigos; (iv) indicaciones acumulativas de cursos de acción futura. Desde fuera las únicas relevantes son estas últimas. Y entre ellas se cuentan las pretensiones territoriales, la continuidad del apoyo incondicional al estado antisemita[10] sionista genocida[11], las medidas económicas (subir aranceles, bajar los impuestos a los ricos, …) y el reconocimiento de los límites de la proyección del poder imperial. […]

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